Humberto Riochí
Portavoz del Maib.

Hubo traca y fuegos artificiales con el cierre de la XVII Cumbre Africana celebrada en Malabo. Obiang se ha dado baños en olor de multitudes, campeonando con su dictadura en este “primer round” del que hablara hacen unos días un destacado opinador de los temas guineos. El “segundo round” que se prevé para el año 2012, con la celebración de la CAN, tendrá exactamente el mismo desenlace. Lo dice un “oráculo” bubi. Y así será porque las legalidades que deberían ser utilizadas para fajarle y desgastarle golpeándole en su línea de flotación, fueron tiradas al fondo de los océanos que bañan nuestras costas. Lo que ha quedado son verborreas de salón y disquisiciones internauticas en las que los intervinientes aprovechan para hablar ex cátedra de chorradas.

Así es como pretenden conseguir los cambios que traerán democracias a tutiplén. Sin quemas de neuronas ni de calorías, sin manifestaciones ni concentraciones, sin panfletos condenatorios ni gritos. Esperan convencidos que les lleguen desde gratuidades oníricas e imaginarias. Desde primaveras libertarias que tienen a nuestro continente como escenario, de las que suponen les tocarán partes alícuotas sin enfangos. Al revés que hicieran egipcios, tunecinos o libios. Estos últimos, con permiso, claro está, del jefecito de turno de la UA y toda su cohorte.

Mientras transcurre esta interminable espera de la primavera milagrera, algunos hemos concluido no quedar cruzados de brazos ante la provocadora invocación del paso a mejor vida de algunos debates medulares. Por ejemplo, el de la nueva arquitectura post-Obiang que desde siempre se nos ha antojado de una urgencia inaplazable para hacer de Guinea Ecuatorial un país políticamente habitable, jurídicamente seguro, ecológicamente potable desde la unidad y los consensos inter pueblos. Y este como otros objetivos ha sido planteado siempre como un a priori fundamental que debe acompañar la lucha del desalojo del cleptócrata del poder.

Pero con la que está cayendo estos últimos días, parece que emitimos en una onda equivocada. Nos estamos dando cuenta de que la altura en decibelios y la claridad expositiva de nuestras pretensiones y propuestas no han sido receptadas, no tanto por problemas de lenguaje, como por razones estratégicas trasmitidas para soliviantar los ánimos de los parroquianos. Huídas hacia adelante con ruidos de plumas y voces teatralizadas en las webs guineo-especializadas, con avalanchas de pronunciamientos que tratan de imponer preferencias y credos para hacer de las mismas, mercancías políticas de obligado consumo.

Hablar de las cuestiones que nos afectan se ha convertido en casus belli con un fuego cruzado de definiciones sin lo definido. Es decir, hablar de democratizaciones, sin tener en cuenta los considerandos semánticos y reales que encierra el vocablo principal. Para ello se han montado cantidad de trincheras avanzando en la dirección de profanar o expulsar del tráfico lingüístico, valores y principios históricos angulares sobre los que se sustenta y sustentará el arreglo, si es que lo tiene, del accidentando invento nacional guineano, negando la mayor.

Sin embargo los protagonistas de esta podredumbre no ofrecen propuestas. Son las suyas, las habladurías pre-democráticas de siempre, servidas esta vez a la carta y sustentadas en mayorías numéricas estadísticas y espaciales. El camuflaje de siempre, con dos dígitos manejados como panacea. Y la literatura… parece traída de los mejores manuales nguemistas. Falsean la realidad buscando llegar a nuevas verdades por métodos tautológicos. La línea argumentativa que emplean es tan peregrina como enclenque; sobre todo en lo que hace a la pretendida demostración de que los pueblos no fang -ambos, bubis y ndowe- nos hemos puesto de acuerdo para ponerle palos a las ruedas de aquel carro que, por implosión prodigiosa, tenían preparado para terminar con el inquilinato de Obiang ante los destinos de la malhadada República guineana. Y eso sin añadir la generalización que hacen de lo particular, descontextualizando torticeramente afirmaciones irrefutables.

Hablan de conspiraciones contra el pueblo fang, situando las maldades en aquellos que, según ellos, no asumen su parte proporcional de responsabilidad ante “una dictadura que solo combate un pueblo”, mientras los “insolentes incapaces de afrontar la realidad que vive el país” se esconden en cuitas étnicas. Haberlos, entre estos juglares de la teoría política, los hay que van a más, admitiendo sin empacho al Monstruo de Akoakam como una patente de producción casera; “un hijo de puta salido de entrañas fang” y en cuya defensa habría que salir para guarnecer la fanguinidad guineana frente a los ataques desproporcionados de los no fang. Es decir, los enemigos. La herida en sus egos tribales es tan profunda que, las opciones para frenar los reclamos de “los otros” las sitúan a fecha de hoy en “defenderse de los ataques (imaginarios), aunque sea a costa de estar al lado del diablo”.

Se mueven en irrealidades haciendo guerras preventivas que no se le ocurrirían ni al más pintado, consistentes en: hablar de resurrecciones de conciencias colectivas aletargadas, de creación de pinzas y ententes con toda la universalidad fang que anda dispersa por el continente negro para crear sinergias que posibiliten invasiones y fagocitaciones futuras… Es decir, hacer panes con tortas. La realización del “sueño de Dulu Bong b’Afirikara” sería el clímax para los que no quisieran plegarse a sus dictados. Una amenaza para contrarrestar las del secesionismo encubierto o declarado de los “fanáticos étnicos”. Ver para creer.

Son estas y no tras, las sugerencias que nos presentan para hacer el viaje hacia un nuevo modelo de Estado democrático. Insinuaciones chabacanas, sostenidas en pandectas elaboradas a base de retazos de opiniones que se pretenden refutar sin argumentaciones. En las citas meticulosamente extractadas de Ávila Laurel, Iyanga Pendi, Bolekia Boleká y Riochí buscamos y no encontramos las perversidades anti democráticas que se pretenden vender. Dibujar itinerarios para traer consensos que engrandezcan un país, recibe con los nuevos apóstoles del nihilismo irracional la catalogación de ser anti fang. Revisar la historia, recapitulando lo que fueron los límites territoriales de un pueblo ndowe desahuciado, se le concede la condición de delito de lesa patria. Hablar de militancias excluyentes predicadas de partidos políticos -todos fang- cuando éstas son más claras que el caldo del asilo, es hacer terrorismo político contra la generalidad fang.

Pero hay más. Repiten todos la oxidada cantinela de disociar lo político de lo étnico. Es decir, la política se tiene que hacer por y para los árboles, chimpancés y otros elementos animados e inanimados del país. Las personas y los colectivos nacionales no existen; ni cuentan. Por elevación, colocan el bloqueo de los posibles debates en el debe de las demás comunidades con maniobras de distracción y ganas de hacerse oír sin decir nada. Y mientras, “su hijo de puta” se sale con la suya reforzando sus posiciones a costa de la pasividad y las utopías de mayorías que no han sabido ser una brizna de aire para sus desaires. En lugar de orientar su preocupación hacia este objetivo y en autocríticas, focalizan sus energías en combatir obviedades. Su inmovilidad les lleva a querer convencernos de que hacer oposición a Obiang, y no necesariamente bajo siglas políticas o colores ideológicos, es quedarse parapetado detrás de legalidades étnicas o levantar voces contra aquellos que reclaman en justicia democrática lo que les corresponde como pueblos. Quieren vivir haciendo piromanía sirviéndose de porcentajes poblacionales en lugar de crear puentes con los demás. Tomar la calle para la protesta activa, no entra en sus planes. Ventajismo étnico descarado.

Pero a nosotros ya no nos sorprenden los maniobreros. Están en su papel. Están en sus tretas de toda la vida. Estas tácticas ya las visionamos en el año 2006 con la visita a España del autócrata. Mientras los “agents provocateurs”, (mejor encaje, imposible) pateaban oficinas parlamentarias negociando la negación de la entrada de un impresentable en el Parlamento español, los partidos y partidarios del pueblo que dice luchar en solitario contra la dictadura se quedaban en sus casas haciendo brindis con “malamba”. Todavía siguen flotando entre los árboles de aquel jardín, los ecos de los abucheos infligidos a un dictador, trabajados denodadamente por unos cuantos “voceros étnicos”. Una machada cuya paternidad se apuntaron y se siguen apuntando los giga-teóricos del cambio, pero sin cambios.

Y esta vez vuelven a la carga con su sempiterno bikursi porque andan asustados por el avance que están teniendo los demás; y más pronunciadamente en los últimos tiempos: “Cataluña per Guinea”: con una declaración potable que será presentada a los foros correspondientes para eclipsar un poco más la imagen del dictador. Aránzazu: con invitación hacha a todos los pueblos sin prejuzgar representatividades, poniendo en la parrilla conclusiones democráticas al gusto de todos, y sin atentados contra los intereses de nadie. Parlamento español: con el concurso de segmentos importantes de la oposición y de los pueblos. La última concentración ante la Embajada de Guinea Ecuatorial en Madrid… Políticas encaminadas todas a no regatear ninguna oportunidad para la construcción de puentes que puedan precipitar la caída de una dictadura. Iniciativas, algunas trabajadas conjuntamente y otras de elaboración bubi, del MAIB, “hechas sin dictados, sin cocidos ni guisos” previamente preparados.

El discurso del miedo que pretenden engordar, revolviendo caladeros étnicos para pescar simpatías con las que paliar su incompetencia y cerrazón no les va a servir de nada. Ídem las ponderaciones de sus mayorías improductivas utilizadas como tabla de salvación. Obiang maneja a su antojo los foros en los que se mueve porque paga y ¡vaya si lo hace! Mutatis mutandis, las aportaciones que se hace al conjunto del Estado. Los demás pueblos estamos decididos a dejar de ser apéndices de un país politerritorial y multicultural. En la mezcla y consideración de estos últimos factores está el nudo gordiano para la salvación de una República de Guinea Ecuatorial en la que cabemos todos si quieren los representantes del trasatlántico fang. Las peroratas sobradas de vacuidad ya no venden, y menos las leyes del embudo: la parte más ancha para la mayoría, aunque no aporten nada; y la estrecha o las sobras para los demás.

Queremos decirles a estos “entendidos” que en un país llamado EE.UU. donde según los expertos en la materia, la democracia tiene su expresión más acabada del planeta, el Estado de Vermont tiene en origen la misma importancia que el gigante territorial y poblacional de California. En Alemania, país ¿mono étnico?, existe una organización territorial del poder que no colisiona con el hecho democrático nacional; al contrario, lo refuerza. Que España antes de asistir a los últimos estertores de Franco, tenía casi colocado el andamiaje para lo que serían los pactos posteriores de la Moncloa, del Mantel, de la Ley para la Reforma Política hasta llegar a aquel Proceso Constituyente en el que el respeto a las variopintas demandas sociales, culturales y políticas encontraron los equilibrios necesarios que alumbraron su exitoso y modélico proceso democrático. En Guinea Ecuatorial parece que estas y otras fórmulas para regular convivencias no deben ocurrir porque los sénecas fang están reinventado la rueda.

Se les escapa a nuestros prohombres que no se puede estar toda la vida cabalgando a lomos de olvidos supinos. El mito de la intangibilidad de las fronteras africanas ha saltado por los aires, rematado después del caso eritreo por una nueva república sudanesa. Esto traducido en Román Paladino, supone que todos los pueblos oprimidos pueden ser libres; y en el caso de los mal llamados minoritarios en Guinea Ecuatorial, con más razón todavía, toda vez que seguimos buscando y no hemos encontrado hasta ahora una sola ventaja resultante de nuestra unión con el pueblo fang. Y este no es un clamor del que fuera el verso suelto nacional de toda la vida; es decir, los separatistas bubis. No, ahora somos todos y a coro.

El 85% del que se alardea y por el que algunos se hacen pasar por perdonavidas, no es garantía de nada; ni tan siquiera lo es para el mismo pueblo que lo posee. Nigeria tiene 200 millones de almas y hasta ahora no se ha merendado a nadie porque existe algo llamado derecho internacional que frenaría sus ansias expansionistas, si las tuviera. Así pues, el sueñecito de Dulu Bong b’Afirikara, se queda en eso, en sueño. Por enésima vez volvemos a hacer la invitación al dialogo inter pueblos, con la obligación por parte de la comunidad fang de ponerse la primera en la fila para quitar de en medio a su reconocido “hijo de puta” para hacer de Guinea Ecuatorial un país de todos y para todos.

“Bataman go home” es un reconocimiento expreso de que “bataman isn’t at home”. El algodón, no engaña. Si celebraran las exequias de Guinea Ecuatorial como Estado -que es posible- las culpas no podrían ser colocadas en la cuenta de resultados de los demás pueblos, sino en la sistemática negación de la existencia de problemas que van más allá de la coyuntural dictadura de Obiang, hechas por los dirigentes de un pueblo que se siente y define como principal, pero sin mover ficha.

No se nos puede seguir tratando y llamando “bilop” en nuestra propia casa.



Fuente: bosila

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