XVIII DOMINGO DEL TIEMPO DEL ORDINARIO. Ciclo A.
TODOS Y SE SACIARON
IDEAS PRINCIPALES DE LAS LECTURAS DE ESTE DOMINGO
- 1ª Lectura: Isaías 55,1-3: El pueblo de Dios en el exilio tiene hambre y sed, no de alimentos sino de liberación y están deseosos de volver a la patria. Sólo Dios podía colmar sus deseos, pero le impuso las condiciones de escuchar su Palabra y ser felices a la Alianza.
- 2ª Lectura: Romanos 8,35.37-39: Pablo recuerda a los romanos las realidades que ponen en peligro la salvación. Hay realidades capaces de apartarnos del amor de Dios, manifestado en su Hijo, por eso nada ni nadie podrá separarnos de ese amor. Quien sigue a Cristo no puede ser vencido por el pecado; por el contrario, es el vencedor por la fuerza del Señor.
- Evangelio: Mateo 14,13-21: Jesús se compadece del hombre que atraviesa situaciones difíciles y pide colaboración por insignificante que sea. Le entregaron unos panes y peces y alimentó con ellos a una multitud. El pan es signo de los tiempos mesiánicos. El Maestro partió el pan para ser compartido con los que sufren hambre corporal y espiritualmente. De esta forma, enseña a sus apóstoles que nunca no pueden despedir a nadie con las manos vacías.
• Queridos hermanos y hermanas en Cristo: No sólo hay hambre de pan (hambre de lo material). Lo que más regaló Jesús a sus contemporáneos fue la esperanza y sentido de la vida. Una multitud sigue a Jesús y atardece. Los apóstoles tienen buen corazón y ven a la gente cansada y hambrienta. Era la hora de enviarlos a descansar y a alimentarse en los poblados más cercanos. Jesús les dice: “dadles vosotros de comer”. Ellos serán quienes repartirán entre la multitud el pan y los peces bendecidos por Jesús. Ellos se han convertidos en colaboradores, en distribuidores de los dones divinos.
• Muchas personas están en el desierto, perdidas por el mundo, como la gente que seguía a Jesús, con sus carencias de libertad, paz, de justicia, de seguridad, de comunicación, de amor, de sentido de la vida… Nosotros, los cristianos, los católicos, no podemos hacer milagros, pero podemos atender al que pasa necesidad de cualquier clase y extender la mano en ayuda material o espiritual. Eso con los más cercanos, no pensemos en los más lejanos. Empecemos con las personas que nos rodean y constituyen nuestra familia, nuestra comunidad, con los que trabajo o estudio. A nuestro lado hay personas que tienen sed de agua, que pasan hambre de alimentos, y también sed de felicidad, de libertad, de amor… Una palabra comprensiva, un consejo prudente, una mano amiga, una sonrisa esperanzadora pueden aliviar el dolor y la tristeza e integrar al hermano/a aislado/a. Son gestos que transforman.
• Tenemos unas manos no para coger, sino para dar; corazón para abrirlo. Tenemos dos hombros, uno para levantar la propia cruz y el otro para compartir la cruz de los demás. Jesús partió el pan y lo multiplicó como signos de Eucaristía. El que comparte el Pan de la Eucaristía recuerda y actualiza el misterio de la muerte y de la resurrección de Cristo y sabe morir con él por demás. Es el milagro de cada día. Amén.
Fuente: Jesús Rafael Edu Eyama Achama