Por: Dr. Samuel MBA MOMBE, Médico
La Reforma Constitucional anunciada a bombo y platillo por el Presidente General Obiang Nguema Mbazogo y que precipitadamente será sometida a la aprobación mediante Referéndum convocado para el 13 de Noviembre del año en curso (y decimos a la aprobación, porque así lo ha decidido), no es más que una burda maniobra y un engaño de los tantos que nos tiene acostumbrado. La segunda reforma de la llamada Carta de Akonibé con el mismo status quo. Decenas, centenas, miles y millones de reformas no conducirán nunca al cambio que exige nuestra sociedad. Lo que exige la ciudadanía es la aplicación de las leyes y como se sabe, la violación sistemática de las leyes por sus propios legisladores es la tónica y moneda en curso en la República de Guinea Ecuatorial.

No son las supuestas nuevas instituciones creadas que van hacer que las cosas cambien sino la voluntad de los dirigentes hacer que las leyes se apliquen y se respeten. La puesta en marcha de un Estado Democrático de Derecho que asegura una distribución equilibrada de los frutos del crecimiento necesita un gobierno representativo de su pueblo, bien dirigido y de una administración competente. ¿De qué sirven las elecciones libres o trucadas si el Estado falla? ¡Qué valen los arreglos políticos que permiten coexistir la igualdad democrática con las desigualdades monstruosas de clases? ” Una sociedad justa está organizada de manera que el ciudadano la elija de preferencia a otra. Un postulado que descansa sobre dos principios:

1. El mejor sistema político es aquel que ofrece a cada uno el máximo acceso a las libertades fundamentales. Esto corresponde a los dos primeros niveles del lema republicano: “LIBERTAD e IGUALDAD”.

2. El tercer nivel, la “FRATERNIDAD”, requiere la igualdad de oportunidades en beneficio de los más desfavorecidos” (John Rawls, filósofo americano).

La democratización en Guinea Ecuatorial es generalmente una farsa, con el pueblo sometido por los órganos de seguridad que siembran el miedo y el terror; lo contrario de la DEMOCRACIA que en última instancia pretende liberar al individuo del miedo mediante las libertades garantizadas a cada uno. Como apuntaba J. Ellul a cerca del terror que siguió la Revolución francesa, “No hay ni elección, ni respeto a las minorías…Cuando raras veces se llama a votar para las administraciones municipales o departamentales, o para los diputados a la Convención, los sufragios no son libres, se controlan las elecciones, se aparta en ellas a los electores indeseables; el voto en la misma Convención no es libre: el voto es público, a mano alzada, pudiendo ser cuestionados los opositores;… las minorías de la oposición son sucesivamente eliminadas. Todo lo que es contrario al gobierno es castigado a muerte. Esto equivale a una suspensión completa de la democracia. Mientras tanto, se continúa hablando de la democracia, pero esto es teórico…”

El calificativo de democrático es ampliamente vilipendiado en África en general y particularmente en Guinea Ecuatorial, ya que el déspota Obiang Nguema y sus homólogos africanos pretenden unánimemente dirigir un Estado de derecho. Cierto es que toda dictadura se basa en una Ley Fundamental; pero ésta no hace el Estado de Derecho Democrático.

En el Documento 1994 hecho público por el Relator Especial de la Comisión de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas para Guinea Ecuatorial, este concepto está claramente definido: “La limitación del poder es el fundamento del Estado de Derecho; el privilegio del derecho en el plano teórico y práctico y su corolario, a saber, una limitación razonable de los derechos de los ciudadanos y un justo respeto de estos derechos, constituye la esencia del Estado de derecho democrático, que está basado en el principio de la seguridad jurídica -el jus certum- de los elementos que lo componen. Este principio encuentra su expresión en el origen democrático del poder, el orden basado en las leyes constitucionales válidas, la división y la independencia de los poderes que se reposan notablemente en un control recíproco; la publicación necesaria de las decisiones del gobierno y la responsabilidad del Estado y de los funcionarios. Desde este punto de vista que es el del derecho internacional, es difícil calificar de democráticas las instituciones de Guinea Ecuatorial…, un Estado de hecho que, debido a la legislación en vigor y de la ausencia de reglas destinadas a limitar el poder presidencial, refuerza el autoritarismo del régimen”.

Si el contrato democrático se basa en la limitación organizada del poder, la formación y expresión libre de la opinión, la protección del ciudadano por la ley, todavía hace falta un Estado suficientemente fuerte, honesto y representativo de la Nación, para asegurar el respeto del contrato. Según Max Linniger-Goumaz, numerosos fracasos de tentativas democratizadoras han sido registradas a saber:

1. Por culpa del extranjero: es fácil firmar acuerdos con un autócrata que con un gobierno responsable ante su pueblo. Eso vale tanto en materia económica, financiera, militar, que de cooperación técnica; por esa razón se ha tenido numerosos “elefantes blancos” y “catedrales en el desierto…”

2. Por culpa del Sur: numerosos fracasos son imputables a la pretendida defensa de la identidad cultural (estilo “autenticidad” de Mobutu).

Así se justifican no solamente las prácticas bárbaras al estilo de castigos corporales, castración femenina, asesinatos rituales, etc., sino también se dan una interpretación restrictiva de la Constitución o de las reglas morales proclamadas por el profeta, incluido la mentira de Mobutu que pretende ser “el dictador que exige las elecciones libres en su país. Yo me presento a la presidencia por desafío, para probar que este pueblo que yo he unificado y pacificado está siempre detrás de mí, para desmentir la desinformación orquestada contra mí”. Y de explicar que el debacle económico de Zaire se explica por la democratización. “En privado confiesa que debía de haber rechazado las presiones de los que le habían empujado a autorizar esta ‘palabra política’…”.

En el mismo orden de ideas, añade el Profesor Max Linniger-Goumaz, “se encuentra el dictador de Guinea Ecuatorial. Obiang Nguema, mientras que en Ginebra la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas estaba examinando la situación de su país (Febrero 1994), el declara en Marruecos: “España no me quiere, pero mi pueblo sí”.

Efectivamente, el panorama político desolador de Guinea Ecuatorial se inscribe en el contexto de este análisis. Obiang hace creer hasta a los muertos que su “proyecto político” es aceptado por el pueblo por eso se permite reformar las leyes que al final no se respetarán empezando por él mismo, sin previo debate y sin la participación de ese pueblo que tanto dice que le quiere. Es posible que el “pueblo” lo quiera (lo que es falso), pero lo que sí no es falso es que Obiang no quiere a este pueblo, de lo contrario, escucharía atentamente lo que éste exige.

El objetivo real de esta llamada Reforma constitucional es una vez más camuflar la dictadura, trucar la democracia y asegurar la sucesión en la persona de su impresentable hijo. Esta es la razón por la que llamamos a la ABSTENCIÓN para no hacer el juego a la dictadura. El NO legitimaría el Referéndum porque si esta opción pierde (Y estamos seguros que así será), tendrán que ser buenos perdedores felicitando a su adversario por haber sido mejor.

Los lloriqueos poselectorales no sirven para nada porque cuando uno acepta tomar partida en una operación sin las más mínimas garantías es porque deberá asumir las consecuencias que se derivan de ella. Obiang siempre juega sucio y no respeta las reglas de juego y siendo él mismo el árbitro y moderador de la partida ¿qué se puede esperar si no la proclamación como vencedor a su equipo? La ABSTENCIÓN hace que no estemos ligados al proyecto ni a los resultados de dicho proyecto. Sin embargo, el NO nos encadena y al final nos obligaría por lógica democrática aceptar los resultados que salgan aunque fraudulentamente del Referéndum.

Apelamos al Pueblo a quedarse en sus casas absteniéndose a participar en el engaño y estafa político preparado por la dictadura para asegurar la sucesión de su impresentable hijo Teodorín.

Dr. Samuel Mbá Mombé, Médico
PRO-ABSTENCIÓN


Fuente: LD

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