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Editorial

Mientras Wenceslao sufre cárcel, siendo inocente, Teodorín goza de libertad, siendo culpable


publicado por: Celestino Okenve el 12/04/2012 5:16:51 CET

Mientras Wenceslao sufre cárcel, siendo inocente, Teodorín goza de libertad, siendo culpable

11 de abril de 2012.- Madrid

Esta es la Guinea de Obiang Nguema Mbasogo, que será recordada sobre todo por ser el mundo al revés, aquel en que los buenos son perseguidos y los malos son premiados.

La mayor parte de los que han sido colaboradores de Obiang, en cualquier otra parte del mundo estarían catalogados como criminales y algunos de ellos serían presos comunes penando por crímenes contra la propiedad o contra la libertad de las personas. La lista de esos colaboradores delincuentes es larga, algunos ya están muertos y otros siguen vivos e incluso ocupando puestos importantes como jerarcas del partido y gozando de prebendas enormes por sus servicios al dictador, como es el caso de Lucas Nguema Esono.

Siempre Obiang se ha rodeado de gente de dudosa moralidad, atraida por el entorno del dictador caracterizada por la violación sistemática de las leyes nacionales e internacionales.

Teodorín, el hijo malcriado del dictador, es de esos personajes que maneja los recursos del país como si fueran propios, costumbre heredada de sus padres, que nunca supieron distinguir entre Estado y ellos, a pesar de las infinitas veces que se les ha recordado la gran diferencia que existe entre una cosa y otra. Y lo saben. Pero lo ignoran a propósito porque siempre hicieron lo que les ha dado la gana...hasta ahora. Y cuando se encontraron con algunas dificultades, recurren a trampas burdas para seguir saltandose la ley. ”Vender” al Estado guineano el hotel privado de los Obiang en París para librarse de la justicia francesa, es una de esas trampas típicas de Obiang, que sabe que es muy visible pero lo hace porque tiene la cara como una piedra.

La investigación sobre bienes mal adquiridos se inició hace años y el delito del que se le acusa se ha venido cometiendo a lo largo de varios años de vida alegre del caprichoso hijo del tirano, años en que la gran mansión de la avenida Foch era propiedad de los Obiang, que lo habian puesto a nombre de Teodorín. Ir en el último momento, cuando ya la justicia está actuando, a ocultar el objeto del delito, es ser un gran sinvergüenza y un tonto. Es esconderse como el alicator, que mete la cabeza entre los rastrojos del bosque pretendiendo que así está oculto, cuando todo el mundo lo ve.

Y montar unas manifestaciones patrióticas a favor del expoliador caprichoso hijo, es un acto criminal que solo puede venir de una mente como Lucas Nguema Esono, aquel al que no le tiembla la mano para delinquir y que ha encontrado su mina asociándose con Obiang: el demonio los crea y ellos se juntan.

Digo el demonio porque los religiosos dicen que las obras malas son propias de lucifer. Y crear a Obiang y a Luquito es una obra malvada impropia de Dios. Siempre, claro, que los creyentes tengan razón sobre la bondad de Dios y la maldad del demonio.

En mi viaje a Guinea, todos decían no soportar al capricho hecho persona. Teodorín no podría gobernar, se decía, porque nadie le soporta, ni su propio padre. Pero ahora muchos de esos que no le soportan, fueron el otro dia a sumarse a la turba de los fariseos que acompañaban las maldiciones de Luquito contra Francia. Nadie se atrevió a decir a Obiang o a Luquito que se abra una investigación interna sobre las andanzas de Teodorín y que cada palo aguante su vela y que salga el sol por donde salga.

Mientras todo eso sucedía, un médico, luchador empedernido por los Derechos Humanos de los guineanos, un valiente, estaba entre rejas acusado en principio de nada y despues de todo, en total violación de las normas procesales; porque cuando se detiene y se acusa, la acusación debe mantenerse y no inventarse otra o ir cambiando acusaciones para ver la que más les va a los que solo buscan castigar al médico Wenceslao por su lucha por la democracia y los Derechos Humanos. Es durante la detención cuando se le notifica de forma clara cual es la acusación...y no más tarde, como se hizo, cambiando de acusación y forzando al marido de la víctima a presentar acusación. Como vemos, típico del pais donde los que delinquen están en el poder.

En Guinea los justos están entre entre rejas o perseguidos.
Y las leyes procesales no se cumplen. Si se cumplieran, Wenceslao estaría libre y el caso cerrado por defecto grave de forma en varios trayectos del proceso, comenzando por la detención y pasando por las pruebas y la acusación. Todo estuvo viciado.

Y habría que maldecir a los jueces si, haciendo dejación de su responsabilidad para con la JUSTICIA, se dejaran someter a la presión del dictador y atláteres, para condenar a un inocente por un delito inexistente. Todos los pacientes conocen los riesgos que entraña toda intervención quirúrgica, riesgos que pueden suponer la muerte por causas que solo se pueden saber por la autopsia tras el fallecimiento. No habiendo médicos forenses en Guinea y no existiendo la práctica forénsica como un hecho normal en la investigación como obliga el sistema judicial, es absolutamente aberrante pretender condenar a un médico por la muerte de un paciente. Es la autopsia la mejor aproximación en la determinación de las causas de un fallecimiento y no una sola, a veces. La prueba, con determinación unívoca de causa-efecto, es la única base para una condena. Determinación segura y unívoca. Si hay la más mínima duda, hay que fallar a favor del reo declarando su inocencia, según la máxima de todo proceso penal conocida como principio ”in dubio pro reo”.

Los elementos probatorios que se aportan son de una dudosa validez procesal y científica.

Sin seguir el protocolo, un tipo que dice ser médico por la URSS, colaborador estrecho del dictador, ministro ignominioso y jerarca del partido único pdge, abandona sus funciones etéreas en la capital y se traslada a hacer un examen cuya conclusión aporta como prueba de negligencia que provocó la muerte de la paciente. Todo ello, repito, sin ajustarse al protocolo de la práctica forénsica. Examen que por cierto contradice el emitido por una comisión ad-hoc de médicos del hospital General de Bata, que exoneró de culpa a Wenceslao Monsogo. Un ministro que pretende actuar de forense está violando varias reglas al mismo tiempo. Nos referimos a Salomón, naturalmente.

Wenceslao Monsogo es inocente y así deber ser declarado por el tribunal, sólo con que ese tribunal siga los principios elementales del proceso penal, especialmente los relativos a defectos y a las pruebas.

Y Teodorín debe ser declarado culpable, juntamente con su padre, que sigue diciendo tonterías como que en Guinea hay un control riguroso de los recursos del Estado o que su hijo -que es ministro de agricultura y bosques nombrado por él mismo- tiene empresas forestales que se mueven en el dominio de su propio ministerio, algo prohibido por todas las administraciones del mundo y que es una invitación clamorosa a la corrupción y al expolio de los bienes comunes.

Nvo Zang Okenve Mituy


Fuente: propia

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Véase también la declaración sobre el uso de seudónimos

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