Por: Dr. Samuel MBA MOMBE, Médico

El artículo de Trifonia publicado por ASODEGUE con el título de ¿La mujer fang tiene precio?, ha provocado como era de esperar reacciones diferentes, muchas de ellas incluso muy polémicas. La mía es que el articulista ni es fang ni es mujer, de lo contrario no firmaría su artículo con un seudónimo y salvo que me demuestren lo contrario, sostengo que el nombre utilizado es un seudónimo. No se trata de entrar en rollos tribales o étnicos como alguien me lo ha reprochado pero éste convendría conmigo que el título es tan claro que no deja duda alguna que se trata de dinamitar la tradición fang en general y concretamente en lo concerniente a la mujer fang. Yo no soy antropólogo pero sí conozco muy bien la cultura fang y su tradición porque antes de conocer el mundo “moderno”, yo viví y vivo en carne y hueso nuestra cultura y tradición de las que soy orgulloso. Es inadmisible que los africanos traten de ignorar o cuestionar sus culturas y tradiciones cuando los occidentales luchan por conservar las suyas.

Considerar que lo que hacíamos antes de la llegada de los colonos es primitivo es no andar bien de cabeza. Cada pueblo tiene su identidad propia que debe defender a toda costa y trasmitirla de generación a generación porque una persona sin identidad es como si no hubiera nacido. La falta de identidad lleva al individuo a la desesperación. La pérdida de identidad de un individuo, que en cierta manera es una pérdida de honor también, transforma al hombre en una especie de animal doméstico abandonado u odiado.

Algunas personas movidas por instintos etnocentristas recurren siempre a maniobras provocativas contra determinados grupos y en este caso concreto, contra la etnia fang . Esas personas padecen lo que yo llamaría la “generalitis” cuando no hacen excepción o traten con casi nula objetividad los temas elegidos. Es más, el nsua (la dote) no es una práctica exclusiva en la tradición fang sino casi en la totalidad de las tradiciones batú de África concretamente.

Vivo en Camerún y tengo una mujer camerunesa que no es fang pero el nsua es practicado en sus contratos matrimoniales. Los Bamileké, los Bassa, los Batanga, los Beti, los Doualas, los Bafias, etc. en sus contratos matrimoniales reciben del novio o de la familia del novio la dote que como en la tradición fang no es nada más que simbólico y nada tiene que ver con la compra-venta como nos lo quiere vender la Trifonia. En la sección de Anuncios de la página guinea-ecuatorial.net, el Sr Zalang Mba ha hecho un profundo análisis sobre la dote en réplica al artículo en debate. Recomiendo a los que les pueda interesar ojear en esa sección.
En lo que sí me gustaría centrar mi atención es sobre los reproches que algunos hacen a nuestras compatriotas en su modus vivendi. Yo creo es un error gravísimo generalizar que todas las mujeres guineanas buscan el dinero fácil.

La prostitución es una de las más antiguas profesiones que se conocen y se practica de forma oficial en casi todos los países del mundo. Mi opinión es que toda persona es libre de hacer con su cuerpo lo que le viene de las ganas. Las guineanas que se dedican a esa profesión lo harán porque son conscientes de que sólo así pueden ganar su vida para mantener a su familia y cubrir sus necesidades. Es muy fácil juzgar y sacar conclusiones sobre la vida de alguien sin analizar los módulos que le empujan hacer tal o cual cosa. No todas las guineanas son fáciles de conseguir como se afirma y no todas son baratas como tampoco todas se dedican a la prostitución. Las hay sin duda, serias, decentes, honestas, inteligentes, trabajadoras, madres por excelencia, profesionales, comerciantes por lo que es injusta esa generalización que se hace de nuestras compatriotas.

Para ser objetivo en el momento de abordar un tema tan delicado hay que recurrir a la lógica y al análisis profundo de las razones que obligan a ciertas personas optar por una u otra decisión. Alguien se ha preguntado ¿por qué nuestras hermanas prefieren vender su cuerpo `para salir adelante? Pues, si hablamos de las guineanas en particular y de las africanas en general residentes en España, podemos llegar a esta conclusión objetiva: “Las africanas tienen prácticamente cerradas todas las puertas del mercado de trabajo del Reino, excepto las que dan acceso a los servicios del hogar y de la prostitución…Cuando se busca un explicación, se recurre a la crisis de empleos. Pero esto no es verdad.

Los africanos que llevan viviendo muchos años en España saben que no es así. Al principio de los años setenta, con la férrea e inhumana dictadura de Macías en Guinea Ecuatorial, la población femenina guineana, igual que la masculina, estudiantes casi todos, se encontraron completamente desamparados. Muchas chicas que hasta entonces habían vivido internas en los colegios, ya sea becadas o mantenidas por sus padres, se vieron en la calle.

Eran los tiempos de Franco, tiempo en que España no disponía de una población negra africana considerable, tiempos en que los negros no robaban, ni vendían drogas, y eran apreciados. Sin embargo, España no facilitó a esas niñas la entrada a otra parte, ni les señaló otras puertas que no fueran las que daban acceso a los “clubs” o barras americanas. Para entonces el poder adquisitivo de los españoles no permitía a muchos el costear una chacha, por lo que la mayoría de las muchachas se dirigieron a las “barras americanas” para sobrevivir.
Algunas compaginaban este trabajo nocturno con los estudios, las había hasta universitarias. No sería exagerado afirmar que en aquellos tiempos, las mujeres más cultas que jamás habían ejercido ese tipo de prostitución en España eran las guineanas, obligadas por las circunstancias y la situación.

Con el tiempo, el trabajo que se tomó al principio como algo pasajero, en espera de que la situación se aclarara en Guinea Ecuatorial, se tornó en trabajo permanente y definitivo. Esto facilitó que la mayoría de las inmigrantes que vinieron después, se embarcaran en lo mismo. ¿Se puede creer que el gobierno español y los españoles ignoraban estas condiciones de las súbditas de su ex colonia de África negra? Ni entonces ni ahora se ignoró. Que se cerraran los ojos a esta realidad es otra cosa. Porque raros son los establecimientos de prostitución que hay en España donde no se encuentra una chica negra, concretamente una guineana. Hoy, cansadas por un trabajo que destruye y corrompe con la misma velocidad que envejece, muchas de esas mujeres barren escaleras o limpian los suelos de los señores; otras todavía compiten en los mismos establecimientos con las jóvenes de la nueva generación, ¡algunas de ellas sus propias hijas…!

La muerte de Franco y el cambio de régimen no cambiaron su suerte, tan sólo hubo una variedad…Así tenemos que muchas de aquella primera generación de mujeres guineanas que se vieron empujadas a la prostitución, ha criado una nueva generación de hijas, que igual que sus madres, son discriminadas y privadas de otros empleos que no sean la prostitución…!

Los sucesivos gobiernos de la democracia no han mejorado la suerte de la mujer negra africana en España. Pero sí ha mejorado la situación económica de los españoles y, por lo tanto, su poder adquisitivo, aumentando así la demanda de mano de obra para los trabajos del hogar; lo que permite a las inmigrantes africanas, hoy por hoy, elegir entre trabajar como prostituta, o hacer de chacha. Para concretar, diremos que la primera generación de africanas en España han sido prostitutas, muchas de ellas, a su vez, han criado para España otra nueva generación de prostitutas y chachas; y nada hace prever que la generación siguiente y las que sigan vayan a tener una suerte diferente. Las que eligen directamente la prostitución alegan que no están dispuestas a servir a otra mujer, ni a ser explotadas por ésta. La libertad de disponer de una solvencia económica, escapando de la precaria situación económica de los progenitores suele influir bastante en la decisión…” (ESPAÑA Y LOS NEGROS AFRICANOS. Inongo-vi-Makome, 1990).

Este análisis del escritor camerunés es objetivo y destapa cualquier intento de manipulación de la verdadera situación que pasan nuestras compatriotas.
Algunos han llegado a expresar su vergüenza por las guineanas. Los cameruneses o gaboneses que dicen que dan nombres a nuestras hermanas se han hecho la pregunta ¿qué nombres los guineanos damos a sus hermanas? ¿Qué nos quieren demostrar que sus hermanas son más serias que las nuestras? Por favor, que dejen de vendernos la moto.

Yo no soy un acomplejado y si un camerunés o gabonés intentara despreciar a una compatriota por lo más puta que sea, éste se lo verá conmigo. Un hombre serio nunca llamaría puta o despreciaría a una mujer con la que mantiene relaciones íntimas. Esto es ser idiota y sinvergüenza al mismo tiempo. Si soy serio buscaré mujeres serias y no las baratas para luego pasarme de príncipe heredero de la corona de los hombres serios. Yo conozco a muchos guineanos que lo pasan de puta madre enviando a sus novias, amigas, mujeres a prostituir y a nadie le importa y la culpable es siempre la más débil y en este caso, la mujer.

En conclusión, la mujer fang no tiene precio.

Fuente: LD

¡Nota importante!
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Véase también la declaración sobre el uso de seudónimos