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Editorial

LA PARANOIA DEL CAPITAN GENERAL


publicado por: Celestino Okenve el 22/02/2008 13:40:32 CET

LA PARANOIA DEL CAPITAN GENERAL

Unos días más tarde del asalto a Bata llevado a cabo el 5 de diciembre del año pasado, la zona del aeropuerto de Bata se vió sacudida por varias explosiones causadas por los disparos del ejército guineano. Por órdenes del capitán general Teodoro, fundador y presidente del partido dedocrático de Guinea Ecuatorial (PDGE), el ejército, la gendarmería y la guardia aduanera debía llevar a cabo entrenamientos y maniobras para prepararse a una invasión que, Teodoro dijo, iba a llegar por el aeropuerto. Durante al menos una semana nadie se atrevió a acercarse a la zona de las maniobras.

Los disparos se oían de día y de noche y la población civil no veía ningún enemigo. Se usaba de todo, vehículos blindados, aviones y helicópteros. Como siempre, el gobierno o el capitan general no se dignó a dar ninguna explicación a nadie ni a tomar precauciones para minimizar el impacto sobre la población civil. Era una guerra de locos. Fuego real y abundante sobre un enemigo invisible, una terapia para espantar el miedo.

Los miembros del gobierno recibieron también órdenes de entrenarse para prepararse a la invasión. Cualquier ministro, además de la obligación de conocer los términos a usar para el trato a altas personalidades, debía saber manejar una pistola. Como quiera que durante la jornada laboral los ministerios no tienen una actividad particular, al menos con los entrenamientos en el uso de las pistolas encontrarían la forma de matar la tensión que les sometía el capitán general Teodoro.

El capitan general había fijado su residencia en Bata desde hacía un tiempo. Incluso en varias ocasiones pasaba varios días en su pueblo ubicado en la selva, cerca de la frontera con la república del Gabón. Y ahí tenían lugar las reuniones del bunker familiar. En esas reuniones intervenían a veces los hechiceros para ver el futuro y recomendar a Teodoro las acciones necesarias para mantener el poder. Otras veces el bunker recomendaba a Teodoro que se apartara del poder y lo entregara al hijo.

Esas recomendaciones no hacían más que exacerbar el estado de irritación en que se encontraba Teodoro tras los sucesos del 5 de diciembre. Su familia le recomendaba dejar el poder y descansar pero él jamás podría vivir sin el poder en sus manos. A pesar del manual que había escrito sobre el combate en los trópicos, su ejército no parecía gozar de gran destreza. A pesar de los sueldos millonarios que pagaba a sus más allegados, éstos no habían sabido reaccionar cuando Bata se vió invadida por un grupo de apenas 50 hombres armados. A pesar del apoyo de las potencias occidentales, éstos no habián podido avisarle sobre la mini invasión.

A él todas esas precauciones de los hechiceros y de sus famIliares le parecían inaceptables. El siempre había salido airoso en todo, más o menos, y no iba a tomar ninguna medida especial. Incluso iba a mostrar al mundo entero y a los guineanos esclavizados, que conservaba su poderío. Y para eso era necesario realizar unas acciones audaces. Juró terminar con las personas que le habían causado el mayor quebranto en su estado anímico. Una de ellas se encontraba en la cárcel de Harare y debía traerlo a Malabo a cualquier precio.

Consiguió al final traer a Simon Mann a Malabo. Le sobraba dinero para pagar lo que le pidiesen los jueces y miembros del gobierno de Zimbabwe. A los guineanos les tenía en la miseria pero él manejaba más dinero que cualquier jefe de estado. Su poderío radicaba en los dineros de las riquezas petrolíferas expolidas a los guineanos.

La presencia en Malabo de Simon Mann multiplicó la tensión. Desde su llegada el viernes 1 de febrero, la ciudad está bajo control militar. Teodoro es experto en aumentar la tensión. De hecho, según algunos de sus más allegados, necesita la tensión para sentirse vivo. Pero eso cansa a sus cercanos.

Hecha la demostración de poderío con Mann en Black Beach, Teodoro se permitió viajar a Sudamérica para recabar el apoyo de los lideres hispanos. En el viaje se llevó a su mujer y a su hijo, algo inusual ya que su hijo mayor llevaba una vida sin disciplina y nunca se ha sometido a la doma de su padre.

En Argentina, Cristina Kirchner le propuso a Teodoro hacer negocios sobre energía, al tiempo que le afeaba su mala costumbre de violar los derechos humanos. Teodoro no estaba acostumbrado a que un político le hablara así, a pesar del exquisito tacto puesto por la presidenta argentina en el momento de rememorarle sus feas costumbres. Los dineros de Teodoro al parecer no eran suficientes para evitarle esas situaciones, como ya tuvo ocasión de comprobar en su viaje a Madrid en diciembre de 2006.

En Brasil apenas nadie supo de su presencia, exceptuadas las autoridades. En Cuba Raul Castro le abrazó para fortalecer su moral caida y volvió a Guinea con prisas y cabizbajo. A su llegada puso en alerta de nuevo a su ejército.

Malabo está en alerta 5. El barrio de Ela Nguema está siendo peinado por fuerzas militares a la busqueda de no se sabe qué o de quienes. El malhumor que trajo de Argentina se sumó a la preocupación de creerse que estaba siendo invadido su coto privado.
Nadie en Malabo sabe lo que pasa, las calles están llenas de soldados de todas clases, los blindados ocupan los barrios desde Nkandang hasta Ela Nguema. Los soldados están penetrando en las casas sin autorización judicial para explorar todos los rincones. Ni los mismos soldados saben lo que buscan. Se trata al parecer de una sospecha fundada, según le han advertido los amigos a Teodoro. Pero ellos no saben tampoco quien ni cuando ni donde.

Teodoro se ha vuelto loco. Sus más cercanos estan absorbiendo el síndrome de alienación que padece su jefe y todos se preguntan en Malabo hasta cuando podran aguantar esa locura que se ha adueñado del círculo cerrado del capitan general Teodoro. Por la noche, los habitantes de Malabo y Bata cierran sus puertas, como si la venganza de Yavé fuera a pasar a medianoche castigando sin misericordia a los miserables esclavos de Teodoro.


*Nota: Este relato no es fruto de ninguna imaginación sino reflejo de una realidad ezpeluznante. Que Dios tenga compasion de los guineanos.


Fuente: propia

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