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Editorial

Un país quebrado: ¿A qué vino el dictador?


publicado por: Association de la Presse Equatoriale Guinea el 22/02/2008 13:44:18 CET

Un país quebrado: ¿A qué vino el dictador?
La verdad molesta.

Artículo escrito por Aldo Ares
Debo admitir que me quedé horrorizado, patitieso, desencajado, cuando advertí que nuestras Relaciones Exteriores argentinas se priorizaban, justo en el comienzo de la etapa Cristina, con la visita de un dictador africano, Teodoro Obiang Nguema, de lo peor que ha dado el continente negro.

No acierto a comprender cómo nuestro país pudo caer tan bajo, a pesar de los pesares, o sea, a pesar de nuestra decadencia, de que no estamos precisamente acreditados para dar lecciones morales sobre la materia, y aceptó invitar a un dictador que exhibe el repertorio más escandaloso y variopinto de despotismo y crueldad salvaje imposible de imaginar y encajar en la mentalidad occidental.

Cómo botón de muestra vaya sus comienzos de torturador con la muerte de su antecesor, precisamente su tío Francisco Macías (aprendiz de brujo bestial, reencarnado en un tigre), para alzarse con el trono en l979. A partir de entonces, toda una orgía de crímenes y matanzas sobre ciudadanos indefensos, quienquiera se interpusiera en su camino de semidiós, jalonan su forma sanguinaria de gobernar.

Falló lo que nunca debe fallar

¿Cómo se pudo colar semejante despropósito en nuestros “inteligentes” funcionarios del Ministerio de Exteriores y, lo que resulta más inverosímil, en nuestra “avezada” defensora de derechos humanos, la Presidenta Cristina Fernández, precisamente a ella?.

A Juzgar por su reacción pública (no le quedaba otra) para recriminar al dictador por su falta de “sensibilidad” con los derechos humanos de su país, queda al descubierto la ignorancia, desinformación y desconocimiento de la Presidenta de la situación real de Guinea Ecuatorial y, lo que es más hiriente, su falta de previsión y preparación a la hora de calcular una invitación diplomática imposible.

Su ministro de Exteriores y amigo personal, Jorge Taiana, le coló un gol como un ladrillo, sin digerir. Es impensable que un personaje tan negado pueda permanecer un minuto en su cargo. Pero en nuestro gobierno no rige la eficacia ni el mérito, sino las cosas del querer, porque lo que es ideología, nula.

Y pensar que la bandera de los Kirchner, su caballito de batalla, está rociada y acalorada por la retórica de los derechos humanos, aunque bien es cierto, con bastante parcialidad como queda probado en hechos de nuestra historia reciente y el “marrón” que nos ocupa hoy.

¿Será que le ha traicionado el subconsciente al matrimonio K?

¿Quien invitó al dictador?

¿Qué necesidad tenía La Argentina de embarrarse con una publicidad tan negativa? Ninguna.

No caben dudas de que es un borrón de proporciones incalculables para la imagen de Cristina. Un punto “negro” en su currículo presidencial. Un no saber estar en su papel de máxima responsable de las Relaciones Exteriores.

Pero bueno, ¿para qué queremos la presencia de un dictador africano en nuestro territorio? ¿Para darle clases de cómo se privatiza YPF? Recordemos que Guinea Ecuatorial, es una isla del oeste africano, de poco más de medio millón de habitantes, de los cuales un tercio se instaló en España tras la independencia, para remediar el advenimiento de la anarquía y la miseria que sobrevino.

Hasta 1968 fue colonia española y vivía de las excelencias del cultivo de cacao (40.000 toneladas), del café y la resistente madera que sostiene las vías férreas de toda España. A la par gozaba de una aceptable administración, hasta el punto de granjearse el apelativo de la Suiza de África, apadrinada por su exuberante vegetación.

Con la independencia su población abandonó los cultivos, su fuente de vida, y malvivió con extrema pobreza hasta el descubrimiento de los pozos de petróleo, cuyas llamaradas pueden verse desde la capital, Malabo. (La abundante mano de obra, los braceros, la ocupaban los vecinos nigerianos. Su tribu nativa más numerosa, los “bubis” consideran que el trabajo no se inventó para ellos y el resto, los “fang”, son la tribu guerrera, hechos para mandar, a la que pertenece el dictador Obiang.

Como no podía ser de otra manera, los norteamericanos se arremolinaron alrededor de los pozos de petróleo guineanos para sacar la mejor tajada (Las petroleras sostienen al tirano). El resto se lo ingresan en las numerosas cuentas bancarias que el dictador tiene en medio mundo. Al pueblo solo le caen las monedas que dejan en los burdeles los trabajadores yanquis y filipinos. Las calles de la ciudad siguen desconchadas, los hospitales sin medicinas y los colegios descascarados y sin pupitres decentes.

Mientras la miseria arrincona a sus súbditos, el dictador se ha comprado varios palacios mastodónticos en Francia y Estados Unidos. Su hijo Teodorín es famoso por la ostentación de coches de lujo y maletines de billetes verdes que desparrama por las discotecas de lujo parisinas y neoyorquinas. En ocasiones rozó el escándalo con la justicia de esos países por el ingreso de valijas repletas de dólares y productos alucinógenos ilegales.

Los diplomáticos de Obiang en España, algunos familiares suyos, han sido expulsados del país porque solían ocupar las valijas oficiales con cargamentos de droga, incluido algún ministro que dio con sus huesos en la cárcel ibérica.

He conocido ministros un poco más honestos, que por serlo, acabaron envenenados por amantes que les proporcionaba el propio régimen para tenerlos controlados y saber qué pensaban entre sábanas.

Y también he podido hablar por teléfono, para mi programa de radio “Libertad”, con los opositores encarcelados, acusados de intentos de golpes de Estado inexistentes, que terminaron pagando con la muerte, por si acaso, para dar escarmiento al que ose levantar el tono de voz contra el dictador.

Desde otro ángulo de posibilidades, también conozco la otra perspectiva de guineanos ilustrados que viven en España, escritores y catedráticos de la Universidad de Salamanca, como Justo Bolekia, a quien aprecio por sus conocimientos y su valentía humana. Un valor extraordinario y contrapuesto, capaz de dar una dimensión democrática a Guinea, el día que los pueblos civilizados del planeta ayuden a desalojar el oprobio de las dictaduras.

Clases de poder vitalicio

¿Cómo se puede tener la incoherencia de homenajear a un dictador en nuestro parlamento democrático?. Es el colmo de la impostura, una afrenta a los valores de la democracia, de la libertad, de la justicia. Esto es una desfachatez más, un insulto a los votantes argentinos que dejaron atrás años negros de dictaduras rechazables.

Las veces que este dictador se infiltró en España, fue vetada su presencia en el Congreso de los Diputados y demás instituciones democráticas.

Hemos asistido al ridículo más espantoso, a la incongruencia de dar todo “un homenaje” en las instituciones argentinas de la democracia, Congreso y Casa de Gobierno incluidos, en “honor” del legendario dictador, que representa la involución más primitiva y contraria a la libertad de los pueblos. Y como broche de oro, cena de honor para la despedida del criminal que asesina al que considera que le molesta.

Los mal pensados dicen que la tiranía guineana tiene muchos puntos en común con la tiranía kirchnerista, salvando las distancias, en especial de asesinatos políticos. A saber: Los dos gobiernos están considerados entre los más corruptos del mundo por los organismos que estudian este fenómeno. Se parecen en el poco respeto a las leyes de la democracia y la nulidad de diálogo con las fuerzas opositoras. En la persecución política de los disidentes. En el enriquecimiento personal y en las intenciones de gobernar a perpetuidad. Podría deducirse que el dictador guineano vino a dar clases magistrales de permanencia en el poder y sus métodos marciales.

¿De donde venimos y adonde vamos?

¿Sabemos los argentinos de dónde venimos y adónde vamos? ¿Lo saben los dirigentes políticos? Es en este punto dónde hemos perdido nuestra brújula.

¿Alguna vez tendremos un proyecto de Estado? Mientras esto no se reconozca seguiremos dando palos de ciego y cuesta abajo en la rodada, con las ilusiones deshilachadas y el amor a la patria por los suelos.

Nuestro país está quebrado. Es todo un síntoma de desintegración, de hilos cosidos con odios, que ninguno de los ex presidentes argentinos participaran de la reciente ceremonia institucional en la toma de posesión de la Presidenta Cristina Fernández.

Quién tiene la culpa de que estemos tan mal avenidos? ¿O resulta que no hay culpas, ni culpables?

La propia Cristina ignoró al pueblo argentino durante la campaña electoral que terminó coronándola por puro clientelismo y sin elecciones internas.

Ejercicio democrático cero. Enseñanza y ejemplo cero. Si sembramos tempestades no podemos recoger frutos de paz y progreso, no podemos construir ni remendar instituciones. Más bien asistimos a un bombardeo destructivo en la mismísima línea de flotación de la arquitectura democrática.

Y hablando de derechos humanos, el número uno es la defensa de la vida de las personas. Ese derecho en Argentina es una prédica en el desierto, es la negación del Estado por abandono. Los ciudadanos no tienen Estado que les proteja. Por eso digo que no sabemos adónde vamos. Y lo peor, no se ve el remedio por ninguna parte. La desconsideración por la vida de los argentinos es deprimente y humillante.

No hay reacción, ni autocrítica, ni omisión, ni vergüenza, hay una fría sensación de indiferencia e inoperancia. Nos estamos quedando ciegos. En estas circunstancias, da lo mismo quedarnos a oscuras, ¡para lo que hay que ver!

Por Aldo Ares



Fuente: Rufinoweb.com

¡Nota importante!
El contenido de los artículos publicados no refleja necesariamente la opinión de la redacción de guinea-ecuatorial.net
Véase también la declaración sobre el uso de seudónimos

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