El “Padrenuestro” de Junior
Por Agustín Nze Nfumu
”Mi hijo pequeño “Junior” solo tiene 3 añitos y diez meses, o sea, va a hacer cuatro años en abril.
Junior tiene la costumbre de pedir por la mañana, nada más despertarse (incluso cuando no ha acabado de hacerlo totalmente), pan tostado untado con mantequilla.
En la mañana del pasado día 26 de febrero, como de costumbre, sin haber acabado de abrir los ojos, y todavía en su cuna, pidió “pan con mantequilla”. Su madre, que pensaba que es demasiado temprano (eran las seis y media) le dijo “Junior, sigue durmiendo, que ya te daremos pan con mantequilla en el desayuno”. Junior lloriqueó un poco pero el sueño le venció y continuó durmiendo.
Junior se levantó sobre las 8 de la mañana, con todo lo que aquello supone en términos de ruidos, saltos, “tocarlo todo y no dejar nada en su sitio”, etc…
Su madre, que se ha empeñado a enseñarle a rezar por las mañanas, tras varios intentos logró que se serenase un poco y le prestara atención:
-Vamos a ver, Junior-le dijo su madre- En el nombre del Padre…
- “…del hijo y del Espí’itu Santo, amén”- continuó él, haciendo de todo menos la señal de la Cruz.
La madre quiso ir más lejos, “avanzar un poquito más en la enseñanza de las oraciones cristianas a su hijo:
-Vamos a rezar el Padrenuestro- le dijo - y Junior contestó con un “Vale”:
-Padre nuestro-dijo la madre.
-“Pa’de nuetro”- repitió Junior.
-Que estás en el cielo- siguió la madre.
-¡¿Qué!?- gritó enfadado y sorprendido Junior, para continuar preguntando a su madre- ¿Y yo dónde estoy?
Miembros del Cuerpo de Protección de Kosovo, diciembre 2007
Lógicamente, mi esposa y yo nos pusimos a reír la ocurrencia infantil de nuestro hijo, pero Junior no quiso aceptar que rezara a su padre que estuviera en un lugar llamado cielo y él en otra parte. Por eso, cuando su madre intentó reanudar la enseñanza de la oración, el niño se adelantó y le puso la versión que su lógica admitía.
-Pa’de nuetro, que “estamos” en el cielo- y casi nos morimos de risa cuando continuó- “y no me das pan con mantequilla, ni leche, ni chocolate…
Allí nos dejó muriéndonos de risa y salió de la habitación.
Junior se había acordado del “pan con mantequilla que su madre le había negado unas horas antes, y no entendía que su padre “con el que está en el cielo” no le saliera en ayuda.
Junior se olvidó del “Padrenuestro” y se fue a seguir con sus juegos de en el ordenador , (debo decir que Junior, sin saber leer, sabe navegar por internet, buscarse su página de juegos y de Beyonce, la cantante norteamericana, su preferida, para e escuchar sus canciones).
Al margen de la graciosísima anécdota, pienso que un análisis más serio nos debería llevar a la consideración sobre lo que es la pura e inmaculada conciencia de un niño de cuatro años, que se niega a admitir la ruptura de lo que para él es una evidencia necesaria: su padre debe estar donde él está. Junior sabía que yo soy su padre y que cuando pide algo se lo doy; pero su madre le estaba diciendo que hay otro padre que vive en un lugar llamado cielo, al que dice que pida cosas…
Junior quiso arreglarlo diciendo que “los dos-él y ese padre- estaban en el cielo”, aunque no perdió tiempo en reprocharle el hecho de que, a pesar de estar los dos, como debe ser, juntos, este no le diera lo que su madre le había negado…
Lección que nos invita a aprender la sabiduría deductiva de una mente de solo cuatro años, que no se ha contaminado con la manipulación, el buscar medias verdades y parchear realidades a la conveniencia de intereses y ambiciones de personas y grupos, a las que nos tiene acostumbrados la sociedad de los mayores y de las grandes mentes pensantes que hacen la convivencia y determinan modos y costumbres a llevarse en ellas. Hacedores de ideas y teorías que, muy poco maduras y mucho menos convincentes, se imponen a la comunidad planetaria como “sumas verdades” de obligada observancia y consumo.
La reacción de rebeldía inocente de Junior hizo que me acordara de tantas y tan repetidas situaciones políticas que hacen circular en el mundo los grandes políticos y grupos de presión y opinión, como armas arrojadizas y a las que “fabrican” significados diferentes, dependiendo del momento y los objetivos que persiguen.
Lo que es sorprendente, y que no he logrado entender jamás, es la facilidad con que los hombres de la política hacen que la misma teoría o planteamiento adquieran diferentes connotaciones y reciba diferente tratamiento, dependiendo de dónde y sobre quién o qué se quiere aplicar, o en qué lugar y momento se producen los hechos en cuestión.
Kosovo proclama su independencia
Veamos:
He seguido, nadando en un mar de perplejidad, las reacciones variopintas que ha suscitado la declaración unilateral de su independencia que han hecho los de de Kósovo, antigua provincia de Serbia.
Desde que se produjo el hecho, vivo como alucinado ante la capacidad de hipocresía y la manipulación que “adornan” a nuestra comunidad internacional “civilizada”; alucinado de ver que lo que ayer era verde para algunas personas, países y potencias mundiales, hoy es capaz de ser azul o negro “solo porque los intereses lo exigen”; de ver que, teorías ayer defendidas a capa y espada por las llamadas grandes democracias y guardianes del respeto del Derecho Internacional y todos los principios supuestamente “inalienables” que lo configuran, saltaban por los aires en una explosión producida por el “doble rasero” el “ahora nos conviene verlo así”. O sea, la consagración de la teoría de la “legalización de lo ilegal”.
Kosovo se separa de Serbia, un estado soberano del que había sido provincia hasta entonces, y todos los grandes de Europa y del mundo (o por lo menos un 80%) se levantaron en aplausos, dando al traste con el principio de la integridad territorial, la defensa de la soberanía, etc… Los más grandes defensores de la integridad y el derecho de soberanía que tienen los estados sobre sus territorios, no solo aplaudieron la secesión de una provincia de Serbia sino que se apresuraron a expresar apoyos incondicionales a los secesionistas.
El Reino Unido, los Estados Unidos, Italia, Francia, entre otros, salen a la palestra y aducen que “es justo y necesario” que Kosovo se constituya en un Estado Independiente. Unos se olvidan de Irlanda, otros de Córcega”, los de más allá de Puerto Rico, etc… donde siempre ha habido gente pensando que debe vivir separada de los que ahora comparten Estado con ella; los gobiernos de esos países acusan a los que así se manifiestan de querer “romper la unidad nacional y la integridad territorial”, lo cual es una acusación lógica, si tenemos en cuenta los principios del Derecho de que hemos hablado más arriba, aunque tales reivindicaciones se hacen más justificables en casos de territorios que fueron ocupados por conquistas, compras y transacciones, por ejemplo en casos como las Antillas holandesas, las provincias francesas de ultramar, las posesiones norteamericanas en el pacífico y el Caribe, etc… Pero, no, esos casos no pueden tocarse, no puede toser nadie porque el caso afecta a grandes intereses y a grandes y poderosos países.
“Kosovo ha hecho bien en separarse” dicen y declaran las cancillerías de los grandes, porque Kósovo es la provincia de un pequeño estado que, ya en su día, los mismos grandes se encargaron de desmembrar de lo que fuera la Yugoeslavia. Y todos contentos, todos dicen que han hecho bien, han hecho justicia. Y esgrimen argumentos que solo ellos se creen, pero que tenemos que consumir, como cuando de niños se nos daba “Agua de Carabaña” para las lombrices, o sea, lo queramos como no. No importan los antecedentes culturales, las familias, los vínculos; hay que admitir y apoyar esa separación porque conviene a una parte de la humanidad que se atribuye la “capacidad de decidir por el resto de ella”.
Y menos mal que España no se ha sumado. Y es por la cuenta que le trae; porque tiene la espina de la desmembración de su territorio clavada en donde más le duele: en la Unidad Nacional y la integridad de su territorio.
Banderas en la independencia de Kosovo
España no ha podido aplaudir, no vaya a ser que los vascos lo acojan como una señal de aceptación, o que los catalanes se sientan autorizados a aumentar su anti-españolismo. O que los andaluces y los gallegos sigan empujando, animados por el ejemplo de los dos más “avanzados” en el desmembramiento de la bonita y tan celebrada “piel de toro”, hacia la búsqueda del retorno a los pequeños reinados y señoríos feudales de antaño.
España no puede aplaudir ni apoyar lo que significaría una bomba de relojería para ella, aunque el rebelde Lehendakari Juan José Ibaretxe haya anunciado ya un referéndum para consultar a los vascos qué hacer con esta España que parece que vaya a quedar reducida a solo las dos castillas, para sigan hablando ellos solos el castellano….
¡Y dónde estoy yo!, exclamó Junior… y yo le imito.
¿No es esta España la que, por sus círculos oficiales y de opinión, en mi pequeña Guinea Ecuatorial, a la que vinieron y colonizaron unida, explotaron unida y empobrecieron unida, ejercen de mentora y animadora de veleidades de separación y segregación? ¿O es que no me acuerdo de cuando se hacía-y se sigue haciendo- la pregunta de “Tú de dónde eres, ¿de la Isla o del continente?”; o de los apoyos y aplausos a actos violentos como los acaecidos en Luba…
En fin ¡cuánta razón tuvo Cervantes, cuando escribió aquello de “de cuyo nombre no quiero acordarme”! Porque no es de buena salud acordarse de esos hechos.
Me cuesta entender, como guineoecuatoriano, que España, teniendo esa viga tan grande “atravesándole el ojo”, y que ha provocado que ahora se raje las vestiduras ante el hecho del Kósovo, hubiera adoptado y siga adoptando posturas, no solo de condescendencia sino de decidido apoyo a manifestaciones parecidas en su ex -colonia…
¿A quién no le molesta la paja en el ojo? ¿Y a quién no le parecería de burla que esa paja se la viera y quisiera sacar aquél en cuyo ojo hay atravesada toda una viga del tamaño de un tronco de okume?.
¿Ceguera política o práctica del doble rasero? ¿Cabe en la mente de alguien que el que protesta por lo de Kósovo tenga inclinaciones de fomentar lo mismo en otras latitudes, sean cuales fueran los argumentos fabricados e inventados que avance para ello?
Esta es la pregunta que me he querido hacer en este escrito, animado por el “¿Y yo dónde estoy?” de mi hijo Junior.
Estoy plenamente convencido de que, como siempre, los argumentos, tanto de los mencionados en la primera parte como los de los defensores de ciertas posturas por parte española, podrían justificar amplia y muy “dogmáticamente” sus posiciones y actuaciones, logrando encajarlas, como por arte de “birlí-birloque” dentro del ya sufrido y archi-adulterado Derecho Internacional y la ya muy prostituida “Defensa de los Derechos Humanos”.
Eso es lo que explica la “sabia” deducción de mi Junior. Porque, según él, “O los dos, mi padre y yo, estamos en el cielo o estamos en la tierra”; es decir, o los principios son escrupulosamente respetados por todos, y en toda su integridad y pureza, o no sirve hablar de los mismo e intentar inculcarlos, según conveniencia del momento y los intereses perseguidos.
Porque muchos estamos empezando a creer que en alguna Cumbre mundial “ultra -secreta” se han establecido principios del Derecho Internacional “alternativos”; es decir, unos que conserven intactos los principios universalmente aceptados del mismo, y que son aplicables a los pequeños y débiles estados del mundo y otros que guardan los “grandes” en un maletín, los que sacan por conveniencia y los hacen aplicar, siempre, desde luego, al mejor servicio de los intereses y objetivos que persigan en un momento determinado.
¿Tendrá Junior razón al rebelarse tan airosamente contra ese “Padre nuestro que estás en los cielos” para convertirlo en su muy especial “Padre nuestro que estamos en el cielo”?
Yo creo que sí, los mayores debemos aprender, en todas las sociedades, que las lecciones se dan mejor con el ejemplo y la presencia y no con meras palabras, que todos debemos estar “en el cielo” donde el “pan con la mantequilla de Junior” sea de acceso, es decir, asequible para todos; que la justicia sea Justicia, que el Derecho sea Derecho, la razón sea la Razón y, sobre todo, que los juicios que hagamos de los mismos no tengan un mango de madera, al que estemos agarrados, mientras pretendemos que la parte caliente que sale del fuego la agarren los demás.
¿Y quién le hace caso a mi Junior, si es tan solo un niñito de apenas 4 años, que no tiene todavía uso de razón?
¿He dicho USO DE RAZON?”
A: Queremos hablar de otra cosa que tiene que ver con La Gaceta pero no con este artículo de Nze Nfumu. Hace algunas semanas hemos recibido un par de correos firmados por Roberto Martín Prieto en el que se nos anuncia la posibilidad de reproducir, en uno de los próximos números de la revista, unos comentarios nuestros sobre un artículo de la Gaceta, del número de enero de 2008, sobre embarazos prematuros.
Nos importa dejar claro lo siguiente:
1) No tenemos ningún interés en publicar en La Gaceta. No ganamos nada con ello. Quien gana es La Gaceta que quiere conseguir con ello una apariencia de pluralidad que, en nuestra opinión, es falsa.
2) No podemos impedir que La Gaceta, o cualquier otro medio, reproduzca lo que decimos. Nos enfadaría bastante, sin embargo, que se hiciera una reproducción parcial de algún artículo omitiendo las posiciones críticas que mantenemos respecto a La Gaceta y a todo el régimen ecuatoguineano.
Fuente: bosila