“Cuando doy pan a un pobre, dicen que soy un santo. Cuando me pregunto por qué el pobre no tienen pan, dicen que soy un comunista” Helder Cámara (1909 Fortaleza, Brasil). Hay mucha ambigüedad cuando emitimos juicios críticos o argumentos tumbativos hacia la Iglesia Católica. La institución eclesiástica, como cualquier otra institución, está formada de hombres de carne y hueso. Hombres buenos y entregados, también, con hombres incompetentes y oportunistas, por lo que en ella, habrá virtudes y vicios.
No estoy aquí para ser perro guardián de nadie, ni mucho menos para una iglesia que ha cometido muchas barbaridades a lo largo y ancho de su historia y que, a buen saber, seguirá saliendo con la suya. Pero, tampoco olvidemos que la iglesia ha sido siempre el blanco de las críticas fáciles y baratas, de unos y de otros. Donde los altaneros amainan su rabia acusándola de cómplice. Si hoy no es por acusarle de capitalistas, será mañana por comunistas. Por tanto bien tienen aprendido la lección, los que invierten despiadadas críticas a una institución que merecería, no menos que una gratitud del esfuerzo que despliega a los pobres en lugares más inverosímiles del mundo. Es muy fácil juzgar, pero no es tan fácil asumir.
Hace unas semanas están apareciendo en esta página, noticias del vaticano: catequesis dominical, un especie de panfletos parroquiales, con el típico discurso exhortativo equívoco de las misas de los domingos, plagado de citas y notas que sirven de muy poco a los lectores de esta página y que siguen siendo estos discursos (homilía) redundantes y barrocos que los curas llevan utilizando en los ambones durante siglos, sin saber si realmente llegan a los fieles cristianos. Estas homilías de cortar y pegar. Largas y largas inacabadas, aburren a cualquiera.
Aparecen noticias y comentarios repetitivos de páginas que ya se pueden leer en otros sitios de la Web. ¿Interesaría a alguien normal, no necesariamente cristiano, una hojita de estos del pórtico de una iglesia, un díptico atestado de citas bíblicas? A excepción de unos viandantes de tercera edad, devotos que quieran hacer uso de ella como recuerdo de un ajetreado día de excursión. Que por cierto, ¿no sería más fácil colocar la dirección de la pagina Web y los enlaces correspondientes, para ahorrar espacio y tiempo? http://www.camineo.info/news/133/ARTICLE/5058/2008-06-26.html. Que corresponde a la página digital de las familias cristianas.
Siguiendo con las arremetidas que el articulista que firma con el nombre de Carlos Jorge de Moganda, vierte sobre la iglesia católica, dicho sea de paso, está en su pleno derecho de discrepar sobre lo que para él considera contradictorio en la manera de proceder de la iglesia Católica. Desde luego nada más rico que el debate y la crítica, siempre que vayan acompañado con una dosis de endereces y propuestas, y por su puesto, no sean expuesta de manera maniática.
El articulista basa sus críticas en el “silencio que se hace cómplice, sobre todo, cuando viene de un referente moral”. Me parece un tanto excesivo y cruel calificar a la iglesia católica romana como “fiel colaborador del terror y cómplice”. Carlos Jorge el que suscribe la réplica, es consciente de que la iglesia romana no hace todo lo posible en la propuesta del evangelio de Cristo como fiel servidor del Pueblo de Dios. Lo que no cabe menor duda es que este señor pueda confundir la Fe Cristiana y la Moral de la iglesia.
En realidad, reducir a la Iglesia católica romana en preceptos morales, es tergiversar los principios básicos de la fe Católica. La fe de la Iglesia Católica no es un conjunto de ideas, valores, ideales y nada más. Creo en mi humilde opinión que la fe de la Iglesia católica es la fe en Jesucristo y esto comporta unas creencias en sus ideas, en los valores que vivió y en los ideales que predicó. Y supongo yo que, este Jesús a quién la iglesia pretende imitar, es Dios y Hombre. Hablar de la Iglesia católica o de Roma sólo como una especie de casa Microsoft o Generals Moral, es decir, nada, sino menos, es jugar con la verdad histórica y divina. Debo reconocer que hablo en términos de un creyente pecador, cuyos conocimientos teológicos son, si no nulos, bastante limitados.
No vayamos a encabezar causas ajenas, ni empujar a los otros a mojarse, mientras en nuestra atalaya observamos cómo transcurre el episodio. Cuando no es la iglesia necesariamente la que mantiene a los gobernantes en el poder, ni es la iglesia la que elije quién debe llevar los destinos de un pueblo. Me atrevería a decir; que cuando ha sufrido un pueblo, la iglesia ha compartido el sufrido con este pueblo. Sin ir más lejos, hemos tenido las recientes historias de la teología de la liberación en América Latina, un compromiso eclesial sin precedentes; los innumerables asesinatos de curas y monjas en todo el mundo, concretamente en África, los procesos de paz, ayuda en acción, solidaridad internacional que muchos ONGs de la Iglesia patenta en los países del tercer mundo. Acabo de saber que uno de los grandes organismos que protege a los refugiados de todo el mundo, a los más pobres, es precisamente de la Iglesia a la que dices que es “un fiel colaborador del terror”.
La justicia y el reconocimiento es un valor importante en la vida de las personas y negarle u usurparle el trabajo a uno es tan injusto y de mala fe que negarle los derechos y libertades que el articulista defiende. Si uno no es capaz de reconocer la educación que los curas y las monjas trasmiten en diferentes lugares del mundo; si no somos capaces de reconocer la cantidad de veces que una gota de agua llega a los pobres de Darfur, una aspirina a los niños famélicos de Sierra Leona, una palabra de aliento a una madre desesperada de Guinea, es gracias a esta iglesia que es blanco de nuestras críticas, no estaremos siendo justos con la Iglesia y con nuestros hermanos. Ni con tanta gente de buena fe que están detrás de ella. Nunca podremos presentarnos como paradigma de la justicia ni abanderar el sufrimiento de los otros, cuando no reconocemos y valoramos el esfuerzo de los demás.
Yo abogo por la crítica constructiva y también por el reconocimiento del buen hacer de los demás. Y espero que Carlos Jorge no cesa de avivar el debate; es sano y realmente constructivo, sinceramente porque sacude la apatía intelectual y levanta del letargo lo nunca dicho; por eso estamos aqui, para decir las cosas, decirlas, pero siempre con justicia y ecuanimidad. Buen día.
Fuente: opinion