CATEQUESIS DOMINICAL
14º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A
EN JESÚS ENCUENTRA DESCANSO EL CRISTIANO
IDEAS PRINCIPALES DE LAS LECTURAS DE ESTE DOMINGO
- 1ª Lectura: Zacarías (9, 9-10): El Mesías pacífico. El profeta Zacarías habla de un rey modesto y sencillo, amable y pacífico, que cabalga en un asno y domina hasta los confines de la tierra. Es una profecía netamente mesiánica. En Cristo se conjugarán perfectamente las características por el profeta. El Mesías dominará por la fuerza del Espíritu y no por el poder avasallador.
- 2ª Lectura: Romanos (8, 9. 11-13): El Mesías del Espíritu. Los discípulos de Cristo están llamados a vivir según el Espíritu. Carne y espíritu son dos realidades antagónicas. Si se vive según las exigencias de la carne, se caminará a la muerte. El que vive siempre en la dirección marcada por el Espíritu, vive en plenitud la vida de Cristo resucitado.
- Evangelio: Mateo (11, 25-30): El Mesías liberador. Las verdades que anuncia Jesús son acogidas y comprendidas por los sencillos; por el contrario, son veladas a los sabios que confían en sus conocimientos y quieren controlar los secretos de Dios. Jesús hace una llamada a los que están candados y agobiados por la fatiga del camino. Basta tener un corazón sencillo y creyente para que Él sea alivio y paz. Él es el único que concede la verdadera libertad.
1. Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Podríamos comenzar la catequesis de este Domingo decimocuarto del Tiempo Ordinario (Ciclo A) con las siguientes preguntas: ¿Qué somos nosotros, la Iglesia, a los ojos del mundo? ¿Una fuerza, un poder? Sea cual sea la respuesta que le demos a cada una de ellas, descubriremos, con la ayuda de la Palabra de Dios, algo extraño y paradójico en la sesión de hoy: Dios manifiesta su fuerza en la debilidad.
2. Esa fuerza en la debilidad ya la observamos en la persona del mismo Jesucristo, el fundador de nuestra Iglesia, y al que debe seguir todo aquel que lleva el nombre de cristiano. Jesús es el paradigma de todos los cristianos y nadie más puede usurpar este rango. De modo que todos nosotros somos algo más que meros seguidores suyos; queremos e intentamos asemejarnos a Él en su manera de situarse en el mundo. De ahí que algunos se hayan acercado a su ideal de vida, estos son los santos y santas que veneramos en nuestra iglesia, y otros que actuaron y siguen actuando bien con sus hermanos los hombres en silencio sin la necesidad de tocar el bombo y el platillo. Otros somos los que, a pesar de nuestras flaquezas, seguimos intentando tomar su ejemplo de vida.
Esa fuerza en la debilidad de Jesús la podemos ver en su entrada en Jerusalén que leemos en Domingo de Ramos (Mt. 21, 5) Jesús no entró en Jerusalén en un caballo, que era como el tanque de guerra en aquella época, sino en un burrito, animal de carga y humilde hasta no poder más. Y desde ese trono, los lomos del pobre burro, deseó la paz a todas las naciones. Este obrar de Jesús, obviamente, desconcertó a sus contemporáneos; los cuales esperaban de él un Mesías dominante, violento, prepotente, vengativo, etc., y resultó todo lo contrario. Era un Mesías pacífico, del Espíritu, liberador. No es de extrañar que desde entonces, se siga entendiendo mal el ideal de Jesús tanto los hombres y mujeres de dentro como de fuera de nuestra Iglesia.
San Pablo es contundente cuando dice que “el que no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo”. Cristiano no es cualquiera. Una cosa que debemos tener clara es que desde que Jesús vino a la tierra, la religión es algo distinto de lo que había sido hasta entonces. La religión pasa de ser un conjunto de preceptos y ritos que se cumplen escrupulosamente para no irritar a los dioses, a ser una vida, un espíritu: el que nos trae Jesús. La religión, a partir de Jesús, se fundamenta en el AMOR. Algunos lo entendieron y siguen entendiéndolo, y otros aún estamos año luz de entenderlo, pero lo intentamos. Jesús no se alía con el mal ni con la violencia. Él lleva bajo el brazo el evangelio de los pobres; por eso, Él aparece en el Evangelio de hoy como el apoyo de los pequeños, obediente al Padre y descanso de los cristianos. Veámoslo:
- Apoyo a los pequeños, frente a los sabios: ¿Quiénes son los pequeños? Los no son grandes y engreídos, los que no tienen mucho en que apoyarse y necesitan ayuda continua. Los no satisfechos, aquéllos con quienes Jesús se identifica en el Juicio Final (Lo que hicisteis con cada uno de estos… conmigo lo hicisteis) Es el pueblo fiel, sacerdotes y fieles, si recibimos la Palabra con un corazón sencillo. Los sabios y entendidos son los que ponen cargas pesadas, pero no están dispuestos a moverlas con un dedo. El texto es de trascendencia teológica y sociológica. Teológicamente hace de Jesús el único mediador entre Dios y los hombres, privando a la ley de esta función, que los sabios y entendidos le atribuyen. Sociológicamente da respiro y libertad a la gente sencilla, liberándola del agobio de los sabios y entendidos.
- Jesús depende del Padre: “TODO me lo ha dado mi padre…” Tras apoyar a los pequeños, Jesús se presenta como el más pequeño. Todo se lo ha dado el Padre, su Padre, nuestro Padre, porque Él se proclama como el Hijo que todo lo ha recibido del Padre y es el único que nos lo puede dar a conocer. El conocimiento de Dios es el que nos salva. Jesús es nuestro único Salvador, que se hace camino para llevarnos al Padre.
- Jesús, nuestro descanso: En muchos lugares no es raro ver a gente entrar en los templos parroquiales no sólo para ir a rezar, sino para descansar. El templo también es un lugar de descanso. “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré”, dice el Señor en el Evangelio de hoy. Jesús es nuestro alivio en los agobios, preocupaciones, depresiones, sufrimientos, etc. de nuestra vida, y al mismo tiempo el yugo llevadero y carga ligera. En muchas situaciones tétricas, como por ejemplo, la muerte, es cuando muchos, e incluso los que le negaban, se acuerdan de Jesús; y Él está siempre ahí para acoger a todos los cansados y agobiados. El yugo de Cristo es llevadero en comparación con las cargas legales que le habían precedido y su yugo se vuelve ligero cuando descubre a Jesús y su presencia en la vida de un hombre. ¡Hay tantos yugos pesados, que rinden a los hombres en su caminar diario!
3. LO QUE HAY QUE RECORDAR TODA ESTA SEMANA
- Jesús nos invita a vivir una vida nueva descansada en Él. Y para llevar esa vida no podemos esquivar su cruz y su yugo características de la vida cristiana. Y esto sólo lo entienden los mansos y humildes de corazón. Y hay que saber que el manso no es agresivo ni violento. Se acerca y deja que los demás se le acerquen; suaviza las relaciones humanas. El humilde no es soberbio ni arrogante, sólo le importa formar parte del “humus” apto para producir frutos de humanización.
- Jesús es el camino que nos lleva al Padre. Pongámonos en camino a seguirlo. AMÉN.
Fuente: Jesús Rafael Edu Eyama Achama