CATEQUESIS DOMINICAL
15º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A
LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR
IDEAS PRINCIPALES DE LAS LECTURAS DE ESTE DOMINGO
- 1ª Lectura: Isaías 55, 10-11: Los seres humanos nos comunicamos por medio de la palabra, sobre todo. Sin es difícil expresar los secretos y sentimientos del corazón. Dios se ha comunicado con el hombre por la Palabra. La palabra de Dios ha creado el mundo y ha salvado al hombre, porque es viva y dinámica, fecunda y eficaz. Se compara a la lluvia y a la nieve que fecundan la tierra. La palabra de Dios siempre es fiel, eficaz y fecunda.
- 2ª Lectura: Romanos 8, 18-23: El Apóstol exhorta a no desesperarse a pesar que la situación actual no sea del todo buena. La visión cristiana del mundo es profundamente optimista a pesar de las fatigas, trabajos y sufrimientos del tiempo presente. El cristiano espera la gloria que Dios le tiene preparada.
- Evangelio: Mateo 13, 1-23: Jesús habla de los “secretos del Reino”. La palabra de Dios se parece a la semilla sembrada en el campo que fructifica según el terreno. La tierra es el corazón del oyente. Todos están llamados a preparar el surco, a conocer y poner en práctica las enseñanzas de Jesús.
1. Queridos hermanos y hermanas en Cristo: En este decimoquinto Domingo del Tiempo Ordinario, comenzamos el tercer discurso de San Mateo, el de las parábolas del Reino. Las parábolas de Jesús esperan la respuesta de aquellos que las escuchan. Por eso, hagamos nosotros lo mismo que la comunidad cristiana a la que se dirige Mateo, que leyó, interpretó y aplicó a su propia vida la parábola del sembrador, que tiene mucho que decirnos hoy, aquí y ahora.
2. Sentado en la “cátedra” de la barca de Pedro, Jesús se pone a enseñar a la gente. Enseña de su experiencia. Es la parábola del realismo. Y lo real en esto de la predicación es que, a pesar de los aparentes síntomas contrarios, la Palabra de Dios no puede fracasar y acaba produciendo frutos abundantes. De cuatro puñados que se siembran, tres se perderán por que el hombre libre no los quiere recibir, pero el que cae en tierra buena da frutos. El sembrador nunca puede sentirse defraudado. Por este realismo, el cristiano está llamado a ser hombre de la esperanza inquebrantable. Nunca será un perdedor, sino un ganador nato. La realidad aquí hace que la esperanza se convierta siempre en certeza.
La parábola, toda parábola, es una narración hecha para enseñar y que trata de transmitir algo que el oyente o lector debe deducir, sintiéndose interpelado por ella. Por eso lo mejor que podríamos hacer es leerla varias veces y dejarnos sacudir por ella. De todas formas, vamos a dar unas líneas, distinguiendo tres cosas:
a) El sembrador: Jesús capta en torno a sí una atmósfera de incertidumbre, de desilusión y va a explicar el significado auténtico de su misión: ha venido a iniciar algo, a sembrar una palabra. El sembrador no elige el terreno. El terreno se revela en lo que es después de la siembra, no antes. Por eso, no hay que cohibirse en sembrar o anunciar la Palabra de Dios en cualquier medio que tenemos al alcance en el mundo actual: desde el ambón de una parroquia-catedral, en la escuela, la universidad, en la radio, televisión, revistas, periódicos, Internet, en la charla coloquial…El sembrador pone a prueba todos terrenos, arriesga la palabra, malgasta la semilla, no selecciona a los destinatarios ni los foros. Todos son válidos en principio.
b) La semilla: El protagonismo de la parábola no lo tiene el sembrador sino la semilla y el terreno en que cae. Siempre está viva y es eficaz. Aunque los primeros resultados hablan de fracaso, la eficacia de la palabra está asegurada, pues la tierra fértil compensa con creces la esterilidad de las otras tres parcelas. La Palabra es creadora: hace germinar. Tiene poder de transformación del terreno. Puede hasta romper la roca: le basta una grieta. La cosecha le da a cada uno lo que necesita: semilla al sembrador y pan al que come.
c) El terreno: es el otro protagonista de la parábola. El hombre libre. EL sembrador no tiene culpa de la cosecha. Lo suyo es sembrar. La responsabilidad es del terreno, del hombre que o bien es inconsciente, y a la primera dificultad o persecución por la palabra, sucumbe; o bien es seducido por los afanes de la vida y del materialismo salvaje; o por el maligno que roba lo sembrado en su corazón.
Hay que ser realista. Sólo un resto recogerá la Palabra y de ese resto no todos van a responder al cien por cien, sino cada uno según sus posibilidades. Unos responderán como treinta, otros como setenta y algunos cien.
Hermanas y hermanos, la parábola del sembrador de este Domingo, mantiene su invitación al ánimo para los que tienen el encargo de predicar la Palabra de Dios a los hombres que, anunciando el Evangelio, se encuentran con diferentes respuestas. Por otra parte, la parábola se convierte en una seria exhortación a los cristianos, para que la acogida del Evangelio no sea ahogada por las dificultades con las que se van encontrando y dé fruto.
3. LO QUE HAY QUE RECORDAR EN TODA ESTA SEMANA:
-La Palabra de Dios es como la lluvia y la nieve que bajan del cielo. No vuelven a Él sin fecundar la tierra del corazón del hombre y hacerla germinar.
- Pero la Palabra no es automática, como si te pusieras una inyección, depende de la tierra, de ti. Dialoga contigo. AMEN.
Fuente: Jesús Rafael