16º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

LA PARÁBOLA SOBRE LA PACIENCIA DE DIOS

IDEAS PRINCIPALES DE LAS LECTURAS DE ESTE DOMINGO
- 1ª Lectura: Sabiduría 12, 13. 16-19: La paciencia de Dios. El sabio medita la historia con los ojos nuevos, la recuerda en su mente y saca sus consecuencias para la vida. Mira atrás y descubre la paciencia de Dios que es el principio d la justicia y de la misericordia. Este mismo Dios se muestra, además, comprensivo y perdona al pecador que se convierte. Dios que es divino enseña al hombre a ser humano.
- 2ª Lectura: Romanos 8, 26-27: El Espíritu viene en nuestra ayuda. Pablo habla de la importancia e influencia del Espíritu Santo en la vida cristiana. El Espíritu ayuda a nuestra debilidad natural y nos enseña a rezar para saber pedir lo que nos conviene.
- Evangelio: Mateo 13, 24-43: El estilo paciente de Dios. El evangelio de hoy propone tres parábolas muy breves. El grano de mostaza, la levadura y el grano de trigo. La paciencia de Dios permite que Reino de Dios crezca en medio del mal. Jesús, además, expone en otras dos parábolas lo que es el Reino de Dios.

1. Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Hoy leemos tres parábolas: la de la cizaña, la del grano de mostaza y la de la levadura. De entrada, las tres nos hablan de la paciencia de Dios respecto al crecimiento de su Reino. Nos vamos a centrar en la primera porque es la más amplia y, además, tiene su explicación bien del mismo Jesús, bien de la comunidad de Mateo. Ya dijimos en el domingo pasado que la parábola era un género literario abierto a diversas interpretaciones personales. Aquí vamos a dar unas breves explicaciones o clave de su interpretación.

2. Explicación de la parábola:

- La buena semilla: lo bueno que hay en los hombres.
- La cizaña: lo que siembra el Maligno en nosotros.
- El campo: el mundo, nosotros, tu corazón.
- El dueño: Dios. “No hay más Dios que tú” (1ª lectura)
- El enemigo: el Maligno.
- El sembrador: el Espíritu de Jesús, alma de la Iglesia.
Después de esa explicación desmenuzada, vamos a decir que el enemigo siembra y se va. A escondidas, de noche. Pendiente de que uno se duerma. ¿Por qué sembró el enemigo? ¿Por qué hay mal en el corazón humano? Porque los que tenían que vigilar se dejaron dormir y porque el enemigo es muy listo como el hambre. Las dos cosas. La segunda no tiene arreglo: siempre el enemigo sembrará mal en el corazón del hombre. La de la vigilancia es muy importante, porque cuanto más vigilancia, menos siembra mala. Hay que prevenir la siembra mala y evitarla. Hay que quitarle espacio al enemigo. Cizaña habrá siempre, pero hay que procurar que sea la menos posible. ¿Quiénes tienen que ocuparse de esta tarea? En principio y sobre todo, uno mismo, a nivel personal. Uno mismo tiene que velar que su corazón no se llene de maldad; hemos de cuidar el terreno de nuestro corazón, no dejarlo abonado para que germine muy pronto las semillas de la cizaña que siembra el Maligno. Por otra parte, a nivel social, los responsables de diferentes instituciones de nuestro mundo tienen que estar vigilantes para que el mal no gane mucho terreno en el campo a ellos encomendado. Para evitar la expansión del mal, dichos dirigentes tienen que fomentar la educación en valores perennes del Reino de Dios muy compatibles con el recto uso de la razón humana. En fin, para que esta prevención del mal cale hondo, los padres deben ser los principales educadores, que tienen que estar vigilantes ante los peligros que amenazan a sus hijos en las sociedades en que vivimos como la venganza, el odio, la envidia, el desprecio a los demás, etc.

3. Pero no nos vamos a engañar, hermanas y hermanos en Cristo. Vivimos en un mundo en el que la presencia del bien y del mal es una realidad. Pero tenemos la posibilidad de transformar este mundo, al igual que la levadura fermenta la masa de y la hace crecer. A veces sembramos el bien y aparece el mal. ¿Por qué? Por ejemplo, muchos padres cristianos o no cristianos han procurado la mejor educación a sus hijos y les han dado buenos resultados y, sin embargo, ha aparecido la cizaña en casa. ¿De dónde viene el mal, quién lo ha creado? - Nos preguntamos angustiados e impotentes. Quizá estamos tentados, como los criados de la parábola, de arrancar el mal para extirpar la cizaña aún con el riesgo de arrancar la buena semilla. Nos gustaría que Dios lo hiciera así. Él, en cambio, no actúa de esta manera sino al contrario; hace salir el sol y hace llover sobre buenos y malos. El Señor quiere que seamos como él, y nosotros queremos que Él sea como nosotros, intransigentes e intolerables con los “malos de verdad” y los que pintamos como malos como fruto de la envidia que sentimos hacia ellos. En vez de ser nosotros “imagen de Dios paciente”, pretendemos sutilmente que Dios sea imagen nuestra. ¡Menuda tentación: falsear a Dios! Cuando hablamos del trigo y la cizaña establecemos una dicotomía entre buenos y malos, situándonos nosotros en el grupo de los buenos; y esto es claramente la exaltación del triunfalismo, puritanismo, la intolerancia e intransigencia. Si pensamos así, no hemos comprendido la parábola de este domingo. Y el cristiano no debe caer en la tentación de esos males. En una sociedad pluralista, como la nuestra, la tolerancia es absolutamente necesaria. Nuestra verdad no nos da derecho a imponérsela a nadie por la fuerza sólo porque nos da la gana. La formación de los pequeños ghettos que se sienten “hombres y mujeres de bien” no han entendido la parábola de este domingo, ya que Jesús se mezcló con todos; y hoy nos dice: “dejadlos crecer hasta la siega”.

4. LO QUE HAY QUE RECORDAR EN ESTA SEMANA:
- El bien y el mal están siempre dentro de nosotros y en nuestra sociedad, pero eso no puede ser para nosotros motivo de desánimo.
- Hemos de ser tolerantes, abstenernos de juzgar precipitadamente a los demás y aprender de la paciencia de Dios.











Fuente: Jesús Rafael

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