La ´Ley´ natural juega muy en contra de África y de los africanos. Los dictadores se mantienen inmunes hasta de las adversidades naturales, no así los hijos africanos que claman por una sociedad moderna, libre y democrática. La repentina muerte del presidente zambiano es una gran pérdida histórica y demuestra hasta qué punto la naturaleza si no los propios humanos, están siendo demasiados injuntos para un continente que camina a la deriva y tiene que soportar la desaparición galópaga de sus hijos más ilustres, mientras se quedan los más sarcásticos. ´Estos parecen que no van a morir´ hasta cumplida su misión de hundir en el abismo al contienente. Paradójico. La ASOLPEGE_Libre expresa su más profundo pésame al pueblo de Zambia y a sus hijos que mantienen la llamada de la libertad en un reducido espacio de un vasto continente cuya mayor parte de naciones, ricas en recursos naturales, son famosas por el hambre y la miseria impuestas, así como en la violación sistemática de lo derechos humanos, libertades públicas y fundamentales de los ciudadanos.
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Levy Patrick Mwanawasa

Zambia
Presidente de la República
Duración del mandato: 02 de Enero de 2002 - 19 de Agosto de 2008
Nacimiento: Mufulira, provincia de Copperbelt , 03 de Septiembre de 1948

Defunción: París, Francia , 19 de Agosto de 2008
Partido político: MMD
Profesión: Abogado


Perteneciente al pequeño grupo étnico lenje y segundo de diez hermanos, recibió la educación primaria en varios centros de la populosa provincia minera de Copperbelt y la secundaria en la Escuela Chiwala de Ndola, en los tiempos en que Zambia era la colonia británica de Rhodesia del Norte. En 1970 se matriculó en la Escuela de Derecho de la Universidad de Zambia, en Lusaka, y tres años después dejó la carrera con el título de Bachelor of Laws.
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BIOGRAFÍA
En unos años en que el país, dirigido autocráticamente por Kenneth Kaunda, lideraba la causa antiimperialista en esta parte del continente, Mwanawasa estuvo activo en el movimiento estudiantil, organizando manifestaciones en apoyo a los movimientos de liberación nacional contra los regímenes blancos de Angola, Namibia, Sudáfrica, Zimbabwe y Mozambique, y negociando, como vicepresidente de la Unión de Estudiantes de la Universidad de Zambia (UNZASU), con las autoridades la realización por los alumnos de una prestación cívico-militar.

Después de graduarse en la universidad trabajó en diversas firmas legales privadas, a partir de 1975 en Ndola al completar su formación en el Instituto de Pasantes de Lusaka. En 1978 abrió su propio despacho de abogados, Mwanawasa & Co., y comenzó una carrera jurídica que en los 14 años siguientes le proporcionó reconocimiento y prestigio. Entre 1982 y 1983 sirvió como vicepresidente de la Asociación de Derecho zambiana y en 1985 Kaunda le nombró fiscal general de la República, pero su negativa a convertirse en un funcionario acomodaticio al partido único en el poder, el Unido de la Independencia Nacional (UNIP), hizo que no durara mucho en el puesto, así que en 1986 retornó a su bufete en Lusaka.

En 1989 alcanzó notoriedad nacional como abogado del teniente general Christon Tembo, antiguo comandante del Ejército zambiano antes de ser arrestado bajo la acusación de conspirar para derrocar al Gobierno. Mwanawasa llevó con eficiencia la defensa de Tembo y los demás acusados, que se exponían a ser condenados a la pena capital, hasta que en 1990 Kaunda decretó su perdón como parte del programa de liberalización política que iba a dar lugar al multipartidismo y a elecciones libres.

Su labor le fue reconocida a Mwanawasa en la antigua metrópoli, siendo admitido como fiscal apoderado en el Tribunal Supremo de Inglaterra y Gales, así como en el frente doméstico de la oposición al régimen del UNIP. Frederick Chiluba, el contestatario presidente del Congreso de Sindicatos Zambianos (ZCTU), le llamó a hacerse cargo de los asuntos legales del Comité Interino del partido que acababa de fundar, el Movimiento por la Democracia Multipartidista (MMD), una alianza de variado espectro que reunía a gremialistas, hombres de negocios, jefes de iglesias cristianas, universitarios y otros exponentes de la sociedad civil.

En marzo de 1991 Chiluba fue elegido presidente del MMD y Mwanawasa vicepresidente, desplazando a figuras de mayor caché político como Baldwin Nkumbula y su antiguo cliente y defendido, el general Tembo. Mwanawasa se convirtió en el hombre de máxima confianza del corto de altura pero pugnaz dirigente sindical, que le escogió también para secundarle en las históricas elecciones presidenciales del 31 de octubre de 1991. Chiluba arrolló a Kaunda y el 2 de noviembre tomó posesión de la Presidencia mientras Mwanawasa, también electo diputado de la Asamblea Nacional por la circunscripción de Chifubu, en Ndola, lo hacía de la Vicepresidencia.

Hombre de carácter templado y modos reposados, rasgos que para muchos eran los propios de un defensor de causas éticas pero bisoño en las batallas políticas, Mwanawasa sufrió en 1993 un accidente de tráfico que le produjo muy graves heridas, teniendo que ser internado durante varios meses en un hospital sudafricano. Lo extraño del suceso suscitó conjeturas sobre un siniestro provocado con móvil político, aunque nada pudo demostrarse; el caso es que, según los comentaristas locales, el político salió de la vicisitud con secuelas físicas y su salud desde entonces no ha sido buena.

En julio de 1994 dimitió como vicepresidente de la República alegando incompatibilidad entre su gestión y la atmósfera de corrupción y abuso de poder generada por funcionarios teóricamente a sus órdenes y altos miembros de la administración y el Gobierno. Esta renuncia por principios constituyó un baldón para Chiluba, confrontado con dificultades económicas, la oposición muy agresiva del UNIP y múltiples denuncias de corrupción y autoritarismo, pero a su protagonista le cimentó su imagen de servidor público íntegro. Mwanawasa se mantuvo como número dos del MMD y en 1996, durante la III Convención Nacional del partido, retó infructuosamente el liderazgo de Chiluba, que el 18 de noviembre iba a ser reelegido en la jefatura de la nación por otros cinco años.

Tras este fracaso, Mwanawasa se retiró de la política nacional, y seguramente habría acabado sus días dedicado a su profesión de abogado y a la administración de sus tres granjas de no suscitarse en 2000 la acerba controversia por la intención de Chiluba de reformar la Constitución a fin de poder optar a un tercer mandato. Ante la viva oposición encontrada, inclusive en su propio partido, Chiluba abandonó la idea en mayo de 2001 y desató la carrera por la sucesión entre los notables del MMD.

Christon Tembo, vicepresidente desde 1997 y últimamente el capitán de la revuelta interna del partido contra el proyecto reeleccionista, era uno de los aspirantes más conspicuos, pero Chiluba, en una jugada inesperada para mejorar la imagen del partido y mantenerlo en el poder, se volvió a su antiguo colaborador animándole a que entrara en la lid.

El parabién de Chiluba bastó para que el 23 de agosto de 2001 el Comité Ejecutivo Nacional del MMD proclamara a Mwanawasa su candidato presidencial. En las urnas iba a tener como principales contrincantes al empresario Anderson Mazoka, del Partido Unido para el Desarrollo Nacional (UPND), e -ironía del destino- al mismo Christian Tembo, que había roto con su antigua formación y fundado el Foro para la Democracia y el Desarrollo (FDD).

La precampaña de las elecciones generales del 27 de diciembre de 2001 discurrió entre escándalos, siendo el más explosivo el asesinato del ex asesor presidencial Paul Tembo, ahora miembro del FDD y que se disponía a aportar pruebas concluyentes a un tribunal que investigaba las denuncias de corrupción y abuso de poder en el seno del Gobierno.

A diferencia de Chiluba, Mwanawasa no era una bestia negra para la oposición porque por sus manos no pasaban las palancas de ejecución de un poder con tics autoritarios y porque era ajeno a los episodios escabrosos que mancharon al Ejecutivo en la última media década; su perfil honesto y sin jactancias lo hacía inatacable en ese aspecto. Así que optaron por presentarlo como un hombre débil, susceptible de dejarse manipular por Chiluba -que no tenía intención de cederle la presidencia del MMD- y, según sugerían sus ocasionales lapsus verbales y lentitud de reflejos, inadecuado para un puesto de tanta responsabilidad como el que pretendía. Con mordacidad, le tildaron de ”vegetal” y, en un remoquete muy sonado, ”berza” (cabbage).

Por lo que respecta a su programa, Mwanawasa se comprometió a proseguir las políticas liberales y de modernización de la economía conducidas por los gobiernos de Chiluba, con los objetivos de: asegurar el crecimiento sostenido (en 2000 el PIB creció un 4%); mantener la estabilidad monetaria y seguir disminuyendo el índice de inflación (en torno al 20% entonces); incentivar la creación de empleo por cuenta del sector privado, al que confirmó en su papel central de proveedor de bienes y servicios; negociar con los acreedores el reescalonamiento, e incluso la cancelación, de la abultada deuda externa (6.000 millones de dólares), y aliviar la pobreza, que se abate sobre más del 70% de la población en un país que figura entre los menos desarrollados del planeta.

Mwanawasa llegó a las urnas sin garantías de victoria, y nada más cerrarse aquellas y anunciarse los primeros resultados favorables al oficialismo, saltaron las acusaciones de pucherazo y los disturbios. Mwanawasa se apresuró en proclamarse presidente electo, en un gesto chocante con su carácter y que muchos vieron como un intento de remover la consideración general de hombre indeciso y maleable. En medio de la crispación generada, los monitores de la Unión Europea dijeron haber observado ”irregularidades muy serias” en la conducción de los comicios y recomendaron recuentos parciales.

El 1 de enero de 2002 la Corte Suprema desestimó las demandas opositoras de nuevos escrutinios y certificó la victoria del candidato del poder, que según la Comisión Electoral recibió el 28,7% de los votos, seguido por Mazoka con el 26,7%. Un volumen de apoyos ciertamente mediocre (más teniendo en cuenta la abstención y las imputaciones de fraude), pero que para las normas electorales del país no requiere una segunda ronda.

En cuanto a las elecciones a la Asamblea Nacional, al MMD se le adjudicaron 69 de los 159 escaños, cinco menos de los sumados por el UPND, el UNIP y el FDD. Estas exiguas mayorías auguran a Mwanawasa serios problemas de gobernabilidad, y es muy probable que tenga que acceder a transacciones si no desea librar la reyerta permanente con una oposición que siente estafada.

El 2 de enero de 2002 un Mwanawasa mermado de legitimidad tomó posesión de su mandato quinquenal con la exigencia a la oposición de que cesara en los desórdenes públicos. A la sazón, se hizo cargo, hasta julio, cuando Zambia pasará el testigo, de la presidencia de turno anual de la Unión Africana (UA), nueva denominación de la Organización para la Unidad Africana (OUA). En el gabinete que anunció el 7 de enero, se incluyó a sí mismo como ministro de Defensa, al tiempo que advirtió de su intolerancia de las prácticas corruptas en los ministerios.

El tercer presidente de Zambia es, como sus predecesores y el resto de los habitantes de esta nación africana mayoritariamente cristiana, una persona de profundas creencias religiosas. En 1977 fue bautizado en la Iglesia Unida de Zambia (UCZ), organización que reúne a una treintena de congregaciones protestantes, pero después de su segundo matrimonio se hizo adepto de los Testigos de Jehová; su actual esposa y madre de cuatro de sus seis hijos (los otros dos los tuvo de la primera cónyuge), Maureen, fue un miembro bautizado de la secta hasta que en diciembre de 2001 ésta le excomulgó en relación con el desarrollo de actividades políticas por la pareja.



Fuente: CIDOB

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