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Editorial

”La propiedad de la tierra en Bioko”


publicado por: bosila wecha saha el 07/09/2008 13:13:42 CET

La propiedad de la tierra en Bioko




Humberto Riochí, Portavoz del MAIB

”A principios de los años noventa, a un miembro de la comunidad bubi, alto cargo de la Administración del Estado destinado en Río Muni, se le ocurrió solicitar una de las propiedades coloniales llamadas comúnmente en Guinea “bienes abandonados”. Aquella finca estaba completamente abandonada y para muchos era prácticamente irrecuperable, de ahí que nadie se hubiera interesado por ella.

Nuestro hombre, en adelante ABC, una “autoridad importante”, inició los trámites legales pertinentes para la adquisición de aquel bien; presentó una solicitud formal y en un tiempo relativamente corto, tal vez por el puesto que ocupaba o bien por el estado en el que se encontraba, le fue adjudicada aquella ruina urbana. Con la documentación en sus manos inició el trabajo de recuperación, al tiempo que se esmeraba en darle otro “look” a una finca cochambrosa y cubierta de maleza.

La nueva estructura que empezaba a adquirir aquel bien urbano, despertó el interés de muchos lugareños, entre estos, el de uno de los jerarcas fang pegados a Obiang. Aquel señor, que llamaremos en adelante CBA, sin encomendarse ni a Dios, ni al diablo, resolicitó la finca sabiendo que había sido adjudicada a ABC. Ante la negativa que obtiene desde las esferas bajas de la Administración, presenta su solicitud de manera directa a su amigo y valedor. Obiang, viéndose desbordado por el tema, decreta una solución salomónica con una nueva readjudicación para un bien teóricamente indivisible: la mitad de la finca para el bubi, y la otra mitad para el fang. Al final, ABC el bubi, primer adjudicatario, terminó cediendo su parte de la finca al fang con todas las inversiones hechas para evitar su final político o físico, desde la excusa de una finca urbana.

Lo lacerante de esto caso no es la injusticia, que también, sino los argumentos con los que se trató de justificar la memez de Obiang. Los fang en “petit comité” decían, entre otras lindezas, que “En lugar hacerlo en Río Muni, porqué el señor ABC no se va a Bioko a solicitar bienes abandonados”. Dando a entender que los bienes abandonados de la parte continental eran solo para los fang.

¿Olvido supino? ¿Provocación? Que cada quien juzgue la cuestión como le venga en gana. Lo que no se puede negar es que, después del 5 marzo de 1969, y con la subsiguiente expulsión de los colonos españoles, en Bioko, casi un 94% de los propietarios apoderaron a bubis para que siguieran con la gestión de sus negocios, en la idea de que las turbulencias políticas escamparían muy pronto y regresarían para retomar la dirección de aquellos. Muchos de ellos hicieron las transferencias de poderes ante fedatarios públicos para que no quedara ningún atisbo de duda sobre su autenticidad.

Apenas transcurrieron unos meses, Macías decretó la nulidad de aquellos poderes y detuvo a muchos de los bubis que los exhibían. Mandó quemar parte de los archivos del Registro de la Propiedad para crear, exprofeso, una de las mayores confusiones jamás conocidas, al tiempo que arrancaba la fase de estatalización del legado económico español. El proceso de trasvase, manu militari, de los bienes coloniales en Bioko a manos fang, comenzaba así desde Malabo con las fincas urbanas. Los bubis apoderados eran desalojados de las casas con lo puesto, para que estás fueran ocupadas por personas cercanas al poder fang.

En lo que toca a las fincas rústicas, Macias las confió a manos inoperantes -incluidas las de algunos señoritos bubis- que denominó “administradores estatales”, en aquella locura llamada “operación salva-cosecha”. El fondo, se sabe, era una simple excusa para colocar en Malabo a ingentes cantidades de continentales para completar el proceso de saqueo y liquidación de Bioko, con promesas que se cumplieron para muchos: vivirían como reyes, en casas de hormigón armado, con agua potable, luz eléctrica y otras muchas comodidades que jamás habían visto, ni soñado. Será, les dijo Macías, - y así fue para muchos-, el adiós al chabolismo, al nomadismo, a las casitas de barro cubiertas con nipas, el adiós a los “concentrados” etc. etc.

De esta guisa, arrancaba el desmadre en las fincas coloniales con la tala de árboles sin orden ni concierto; el desmantelamiento de casas, barracones y secaderos de cacao y café para llevarse las chapas de zinc y todo lo utilizable a Río Muni. El saqueo de animales domésticos se completó en menos que canta un gallo. Una vez liquidado, una buena parte del patrimonio colonial español, los fang se metieron en las plantaciones bubis para talar palmeras cuyos cuidados habían requerido largos años de trabajo. Con la finalidad de extraer “tope”, destruían las potencialidades de años de producción de un árbol que, por sus aportes, es sagrado para los bubis. Y el proceso sigue hasta la fecha, con incursiones en nuestras plantaciones para llevarse gratis, y a veces a punta de pistola, nuestras cosechas.

Pero el clímax de este procedimiento lo protagoniza Obiang, recolocando todos los bienes coloniales en manos de sus hermanos, cuñados, esposas y amigos. A fecha de hoy, más del 97% de aquellas propiedades están en manos de señoritos oriundos de Rio Muni. De hecho, hoy son los fang los que en nombre de los poderes cedidos y concedidos por las triquiñuelas ocupacionistas de los Gobiernos de Guinea, venden en todo Bioko, terrenos, árboles para la tala, parcelas para explotar, licencias para atentar contra el medio ambiente, precipitando de manera premeditada la desaparición de ecosistemas y muchos microclimas de la isla.

En la espiral montada para liquidar los derechos de los demás pueblos se han atribuido propiedades ajenas, haciendas y todo tipo de derechos, resumidos en “el derecho de la fuerza”, sin posibilidad de apelación ante ninguna instancia para los damnificados.

En Bioko, además de fincas y terrenos bubis, sean o no colindantes con los que dicen ser suyos, se están apropiando de viviendas con sudores de años, que legalizan con nuevos registros falsificados, inventando hechos ilícitos con los que pretenden “justificar” las confiscaciones. Las fincas bubis aledañas a Malabo son el ejemplo más clamoroso de cómo se adquieren propiedades ajenas para revenderlas como terrenos destinados a la construcción y a precio de oro. Sin embargo, el artículo 29 de la Constitución dice: ”El Estado reconoce la propiedad de carácter público y privado; el derecho de propiedad queda garantizado y protegido sin más limitaciones que las establecidas por la ley; la propiedad es inviolable, ninguna persona puede ser privada de sus bienes y derechos, salvo por causas de utilidad pública y correspondiente indemnización; y, el Estado garantiza a los agricultores la propiedad tradicional de las tierras que poseen”. Quedan pocas dudas de que todo el proceso que venimos describiendo contradice de manera flagrante lo dicho por la Ley Fundamental ecuatoguineana. Los propietarios de Bioko cuyas fincas se vieron atravesadas por carreteras, nunca cobraron indemnización. Lo mismo puede decirse de los propietarios de fincas urbanas, bubis o fang, cuyas casas han sido derruidas sin otra justificación que los negocios inmobiliarios de Obiang

El reciente Proyecto de Ley de Propiedad de la Tierra, elaborado y próximo a ser aprobado, nos dará muy pronto las claves que faltan para asistir a la nueva “desamortización señorial” de bienes de particulares que pasarán a engrosar el patrimonio de estos oligarcas fang.

Llegados aquí, sobra concluir que el derecho de propiedad queda residenciado para los fang en Río Muni, y de manera exclusiva, toda vez que Obiang abortó con aquella decisión, las posibilidades de que un bubi, uno solo, pudiera servir de botón de muestra en la tenencia y adquisición de bienes abandonados. Pero también aquí se impone la pregunta del millón: ¿Si los bienes abandonados de Río Muni son sólo y exclusivamente para los fang, qué hacen estos ocupando bienes en territorio bubi?

Conviene señalar que el problema de estas arbitrariedades no empieza con Macías para terminar en Obiang, no. Se trata de cuestiones que van más allá de estos dos señores. Estamos ante esquemas mentales comunitarios; posiblemente incluso, ante patologías colectivas que se repiten, siempre que se presenta la oportunidad, y casi con la misma cadencia. Obiang simplemente ejemplifica la manera de pensar de muchos elementos de su pueblo, especialmente de los políticos, que viven en la idea de que los demás somos simples agregados estadísticos y nuestra existencia como pueblos, y por tanto sujetos de derecho, empieza y termina en ser comparsas en su macabro juego tribal”.


Fuente: bosila

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