Dos graves problemas y dos soluciones a nivel de Estado.
Problema Bubi

Exilio, 1 de octubre de 2008.-

La actual dictadura de Obiang Nguema es seguidora de otra, la de Mesié me Nguema (Macias), sin solución de continuidad.
El miedo que todos tienen, especialmente la generación joven que tiene expectativas cara al futuro, es que tras el fin de la actual dictadura, siga otra igual, sin apenas brecha con la anterior, en continuidad histórica y funcional.

En evitación de que se dé esta circunstancia, los políticos guineanos debemos elaborar estrategias imaginativas que acaben con la dictadura actual y solucionen los graves problemas que tiene el país, unos procedentes del pasado colonial y otros generados por la propia dictadura en su loco afán de negar la dignidad de los hombres y de los pueblos que habitan el país Guinea heredado de la colonización española.

Si esos graves problemas no son solucionados al mismo tiempo que se finiquita la dictadura, el peligro de involución será permanente. La inestabilidad social que se genere por no haber resuelto algunos de estos problemas, no podrá ser gestionada por un gobierno mayoritario monocolor, toda vez que las soluciones implican aplicar el consenso sin tener en cuenta las mayorías políticas ni étnicas, es decir, buscando en la solución una participación de todos que vaya más allá de la aritmética demográfica política o étnica. Para facilitar la labor de los gobiernos de las mayorías que gobiernen tras la dictadura, sería menester que los graves problemas hubieran sido abordados y resueltos antes, bien a lo largo de una fase anterior de transición a la democracia o bien mediante un acuerdo de partidos y grupos sociales antes de tal transición o antes del cambio de régimen. Esta última modalidad, el pacto, es la que escogimos durante la estructuración de la plataforma política DEMÓCRATAS POR EL CAMBIO, DECAM.

Dos graves problemas se han venido a enquistar con el transcurrir trágico de las dictaduras de los Nguema: el problema Bubi y el problema Mongomo. Ambos problemas afectan a la convivencia pacífica de sectores importantes de la población y su mala gestión puede originar un baño de sangre en Guinea Ecuatorial.

Nos referimos como problema Bubi a la percepción que tiene una parte -minoritaria o mayoritaria - de la población de etnia bubi que considera que desde octubre de 1968 ellos han sido discriminados y expoliados por los fang que proceden del continente y creen que eso no hubiera pasado si hubieran vivido separados de los fang, a los que consideran salvajes y depredadores. Desde otra perspectiva, la antitética, el problema bubi es la percepción que tienen algunos fang -minoritarios o mayoritarios – que consideran que los bubis son incapaces de percibir la dictadura como la fuente de los males que azotan a Guinea Ecuatorial y esa incapacidad les convierte en malos compañeros para la lucha contra la dictadura, lucha en la que ellos se encuentran implicados. Ambas percepciones pueden ser enunciadas con mayor amplitud si cabe o puestas en forma distinta. Lo dicho sólo es una aproximación rápida para caracterizar el problema.

Algunas consecuencias nocivas para la convivencia y la solidaridad se derivan de estas percepciones. Del lado de los bubis que tienen la percepción enunciada, la conducta será negarse a colaborar o incluso preparar una lucha soterrada contra el fang, en todos los terrenos, inculcando en los descendientes el odio tribal. Del lado de los fang que tienen la percepción antitética, el bubi es un ser débil –valoración social negativa- que no aporta gran cosa y con el que por tanto no se debe contar para los grandes hechos de Estado- marginación y posiblemente discriminación-

Ambas percepciones están ahí y por tanto son reales. Pero son solamente eso, percepciones. Las realidades que reflejan las percepciones son distintas de las percepciones, pero son las percepciones las que reflejan la situación social real. Ni la percepción de los bubis “discriminados” ni la de los fang “decepcionados” pueden ser evitables simplemente porque sean percepciones. Tan real es una sensación como la realidad misma. Si el bubi tiene la sensación de estar incómodo con el fang, aunque éste no sea el causante de ningún quebranto suyo, entonces existe el problema bubi –o el problema fang, según desde donde nos situemos-.

Puede ser que no haya habido ninguna discriminación generalizada contra la minoría ni depredación de los “salvajes” fang. Puede ser que los bubis sean personas que sienten la dictadura como algo que les concierne como problema global y estén dispuestos a colaborar con el resto de los guineanos. Si tales fueran los casos, las percepciones de ambos grupos serían erróneas. Pero mi intención no es analizar si los hechos que se perciben son ciertos o no.

Repito, parto de la existencia de una percepción y desde ese punto de vista, existe el PROBLEMA BUBI, que merece la atención

Quede claro que hablar del problema Bubi es una manera de aproximarnos a un problema que puede ser extensible a todas las minorías africanas y antiguas que existen en Guinea Ecuatorial. No afecta por tanto a la minoría blanca por ejemplo, ni puede aplicarse a la minoría de los beninenses, de reciente implantación. Combes, bengas, bujebas y annoboneses pueden ser OBJETOS del problema Bubi, incluso sin quitar el calificativo bubi si lo que interesa es el problema en sí y no la minoría en concreto a la que se aplica en cada caso.

El problema Bubi debería abordarse, para su liquidación –léase, para su resolución positiva- mediante la acción en dos frentes: el de la percepción, es decir, lo puramente subjetivo, y el frente de los hechos objetivos que hacen alusión los perceptores. Es decir que para este último caso, si se hace alusión a la discriminación y al expolio, hay que implantar leyes e instrumentos que eviten y penalicen las conductas discriminatorias y aseguren la justicia distributiva y la equidad social. En lo subjetivo, hay que eliminar la percepción mediante un acuerdo social y político y la valoración de los representantes y de los miembros de las etnias minoritarias, así como de sus culturas en aquellos elementos no contradictorios con la declaración universal de los Derechos Humanos. Tal acuerdo debe garantizar el respeto de los intereses o los deseos de las minorías o el modelo político y social que haya quedado pactado, modelo político que puede ser por ejemplo una constitución que incluya el autogobierno regional y la representatividad política en una cámara regional o una cámara de etnias o cualquier combinación ideada con seriedad, sin prisas.

En muchas de mis intervenciones, he sido partidario de, ante el fracaso que supone la no articulación del Estado en Guinea Ecuatorial, arbitrar un mecanismo de diálogo que, partiendo casi de cero, busque el acuerdo de los grupos étnicos que pueblan Guinea Ecuatorial, para que diseñen el modelo de Estado que les interesa para vivir juntos, partiendo de una “tabula rasa”, es decir, de que antes de ese acuerdo no hubo nada, o lo que es lo mismo, negando globalmente la legitimidad de los acuerdos de Paris y las disposiciones del Estado español sobre las fronteras en los territorios españoles del Golfo de Guinea. La idea simple es que si algunos sectores bubis parten de la presunción de que se les unió a la fuerza a los continentales, es el momento de refundar el verdadero Estado a partir del acuerdo entre los propios africanos, refundación que tendría lugar en el mismo proceso de liquidación de la dictadura nguemista. Esta refundación sería el pacto de los pueblos de Guinea Ecuatorial para la creación real –ex novo- del modelo de convivencia en forma de Estado Moderno, no cerrado en sí mismo si tiene vocación africana.

Una vez conseguido el pacto, éste deberá cumplirse. No basta con llegar a un acuerdo. La solución completa incluye cumplir lo pactado, sin engaños.
Esta es una condición sine-qua-non. Y es además el elemento básico para la convivencia de los guineanos en el futuro. Lo decimos especialmente porque las dictaduras y sus modos han impuesto el engaño y la mentira perpetua como forma de acción política en casi todos los políticos, sean del régimen dictatorial como de la oposición. Y resulta difícil, por no decir imposible, gestionar la cosa pública de forma democrática sin que se cumplan al mismo tiempo los acuerdos, las leyes y las normas. Y más difícil resulta si los que detentan el poder asumen como forma de actuación política el uso permanente de la mentira, del engaño y de la violencia en cualquiera de sus formas.

Tengo referencias de primera mano de que Mesié me Nguema firmó con los representantes bubis un acuerdo por escrito poco antes de la independencia, a fin de obtener el apoyo para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de septiembre de 1968. Este documento se hizo al parecer en un único original que quedó en poder del primer presidente, que se convertiría en dictador sanguinario al paso corto del tiempo. Y como es evidente Mesié me Nguema no cumplió, aunque fue leal a Edmundo Bosió Dioco, lealtad que fue correspondida por éste. El asesinato de Edmundo fue obra de los que preparaban soterradamente el verdadero golpe de Estado, pasando de un gobierno de unidad a un sistema totalitario como es el actual de Obiang Nguema.

El problema bubi fue abordado en la conformación de la plataforma Demócratas por el Cambio. Y se le dio al menos una forma de solución, si no la solución completa. Esto se puede ver en los dos documentos firmados por los partidos y grupos sociales de DECAM, documentos de los que fui ponente. Esta vía a la solución del problema bubi no era un simple mecanismo de engaño como algunos pudieron pensar. Los acuerdos firmados en DECAM constituyen elementos básicos de obligado cumplimiento y aquellos que no siguen los pactos o el espíritu de consenso que animó la gestación de la plataforma política, o que buscan el engaño y la manipulación en DECAM están deslegitimados.

Hubo espíritu de consenso en la plataforma para llegar a acuerdos que resolvían algunos graves problemas de la sociedad guineana. El respeto a las minorías no era un simple enunciado en un documento, sino un compromiso de TODOS por el respeto escrupuloso a las minorías políticas y étnicas, como vía para generar las bases de un Estado fuerte y por ende, de una democracia fuerte. Y este respeto debe estar manifiesto en cada uno de los grupos y personas que conforman la plataforma política, especialmente debe hacerse visible en cada una de las manifestaciones del Coordinador de la plataforma política, el cual encarna –debe encarnar- todos los valores presentes implícita o explícitamente en los acuerdos de DECAM.

La idea es que conseguido DECAM el poder, pondría en marcha los elementos del acuerdo, llevando a cabo una transición a la democracia con un gobierno de unidad nacional, presidido por un jefe de gobierno con los poderes propios de un ejecutivo completo, una jefatura de estado provisional presidida por un minoritario, con funciones de representatividad del Estado, presidiendo pero no gobernando, y todo el proceso sería vigilado por un Consejo de Estado –cámara en miniatura-, para evitar las tentaciones totalitarias y para actuar de árbitro en caso de conflicto entre los actores del cambio. La transición duraría entre dos a tres años y durante ella se llevaría a cabo la elaboración de una constitución, que podría ir desde el modelo confederal al modelo unitario con descentralización administrativa, incluyéndose mecanismos de equilibrio o de sensibilidad con las etnias minoritarias y cualquier otro mecanismo propio de los sistemas tradicionales de ejercicio democrático de poder. Pactada la constitución mediante consenso y aprobada en referéndum, cualquier deslealtad futura con este Estado gestado esta vez por los africanos, sería penalizada con el mayor rigor que permitan las leyes. Tras la transición, gobernarían las mayorías políticas y étnicas, pactadas o naturales, resultantes de las elecciones generales. El presidencialismo, visto lo visto y sufrido lo que hemos sufrido, sería con casi seguridad un recuerdo del pasado.

También durante la transición, se depurarían las responsabilidades criminales de los miles de asesinatos, expolios, chantajes, torturas, secuestros, extorsiones, etc. Esta depuración se llevaría a cabo, como rezan los documentos de DECAM, mediante una Conferencia de Reconciliación Nacional, que tomaría el tiempo necesario para investigar con rigor todos los hechos criminales desde 1968. Con ello, todos los que cometieron crímenes, quedarán registrados de manera pública y solo ellos serán responsables. El pueblo hará de ellos lo que con magnanimidad deba hacer. Con la conferencia de reconciliación nacional, aquellos que fueron víctimas de las depredaciones abyectas de las dictaduras nguemistas, quedarán reconocidos y compensados para siempre. Así pensaba DECAM terminar con otro de los graves problemas que afectan a Guinea Ecuatorial: el de Mongomo, problema que abordaremos en la próxima entrega.

Nvo e´ Zang Okenve Mituy
(Celestino Okenve Ndo)



Fuente: propia

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