El macro juicio „político-civil“ sobre la supuesta tentativa „golpe de estado“ que se sigue contra 144 ciudadanos, los dirigentes de Fuerza Demócrata Republicana (FDR) Felipe Ondó Obiang y Guillermo Nguema Elá y el principal líder de la oposición guineana Plácido Mikó Abogo, Secretario General de la Convergencia para la Democracia Social (CPDS), entró el viernes en su fase determinante. Por ahora sólo nueve personas, consideradas como elementos claves de este proceso, han prestado declaraciones públicas. No se desprende trama golpista alguna contra el régimen guineano, si bien todo se remonta de los contactos que el dirigente de FDR, Felipe Ondó Obiang, mantuvo en el exilio con el presidente del disuelto Partido del Progreso y unos cuatro ex militares, entre julio y agosto de 1997. La defensa y las evidencias de las declaraciones de los procesados no dan lugar para que se hable de tentativa de golpe de Estado ni mucho menos de „atentado contra el jefe del Estado, forma de gobierno, conspiración e inducción a la violencia“, como se mantiene en la acusación. Pero si de esto se trata, se puede presumir que el veredicto final será absolutoria para todos y cada uno de los defendidos como lo ha pedido la defensa en sus conclusiones provisionales. Este juicio es una de las pruebas fehacientes del grado de independencia judicial del régimen de Teodoro Obiang Nguema.
Pedro Nolasco. Malabo, domingo 26/05/02
“¿Por qué me torturaron?“. „No sé si mis manos volverán a tocar machete. Con el machete alimento a mi familia“. „Me detuvieron a las 02h00 de la madrugada“. „Me torturaron junto al río Otonde, en las inmediaciones del aeropuerto de Bata, y después de una semana me interrogaron tres generales del ejército si sabía que Ondó Obiang iba a dar un golpe de Estado“. „Tenía los ojos vendados, el cuerpo atado y colgado boca abajo, hablé sandeces solamente para aliviarme de esta situación“. „La policía me estaba torturando y me dijo que mencionara los nombres de toda la gente que conozco, de ahí salí el nombre de Plácido Mikó, porque es un líder y su nombre suena mucho“. „Por favor, por favor, suéltenme, yo voy a hablar, por eso empecé a decir toda la mentira que tenéis allí, para aliviarme de la situación en que me encontraba“.
Son los testimonios y denuncias de tortura del ex capitán del ejército Carmelo Bikó, Mariano Ekua Sima, Donato Ondó Ondó y César Elá Ondó (hijo del dirigente de FDR), considerado como elemento clave de este proceso, porque sus declaraciones durante las investigaciones policiales han complicado, inocentemente, a más de cuarenta personas, la mayoría militares, aunque ante el tribunal ha manifestado que fue coaccionado y las hizo bajo fuertes torturas, por tanto, no las reconoce ni las mantiene, si bien dice que moralmente sufre un profundo remordimiento.
Cuando el Fiscal General del Estado, Antonio Nzambi Nlonga le preguntó ¿qué sabe de todo lo que estamos hablando?, contestó: „(...) yo y mi papá nunca hemos tenido relación de algo de política (...), el tema que nos ocupa ahora yo no tengo ni idea“. „Cuando tú hablas mentiras es cuando te sueltan y si dices la verdad no te creen, siguen torturándote“. Incluso, cuando Plácido Mikó [en su autodefensa] le interrogó, César reconoció que efectivamente, de las tantas sandeces que dijo como consecuencia de la brutal tortura que sufrió, mencionó el nombre del general camerunés Nzé Mangué, porque se le vino a la cabeza y la policía empezó a reírse de él. Si a ello se suma que también fue fruto de imaginación coercitiva el que el responsable de FDR mencionara que su partido había fusionado con CPDS, ha quedado bien claro que Mikó no debería estar siendo procesado en este juicio, al igual que otros tantos.
Con las manos y las piernas, no amputas, si bien retorcidas y quebradas, las muñecas dislocadas y visibles síntomas de torturas, además de desnutrición, los inculpados en la supuesta trama golpista- para su ejecución sólo se conjetura que disponían de una pistola con siete municiones- han comenzado a prestar declaraciones ante el tribunal de la Corte de Apelación de Río Muni [instalado provisionalmente en la capital], que preside el letrado Martín Nsue Ndong. Lo de la pistola es, sin embargo, una de las otras tantas historietas de este proceso.
Hasta el sábado sólo se había oído en declaraciones públicas a nueve encausados, entre ellos, los cabecillas Felipe Ondó Obiang y Guillermo Nguema Elá, cuyo estado de salud, al igual que la de otros tantos, precisa urgentes tratamientos médicos. Felipe, 62 años, no puede andar ni mantenerse levantado y prestó declaraciones sentado en una destartalada silla. En el banquillo de los acusados espera una indeterminada lista, cuya vista oral y pública podría durar algo más de dos semanas.
Como este periodista lo adelantó en su despacho del jueves, empieza a preocupar a los observadores y a la audiencia en general sobre las garantías jurídico-procésales de un juicio, cuyos delitos no parecen adecuarse ni al contexto ni al origen de las detenciones y sus consecuentes torturas, que van a dejar invalidado a buena parte de los procesados en la causa “sumarísima” de „atentado contra el jefe del Estado, forma de gobierno, conspiración e inducción a la violencia“.
EL ALCANCE DE LA ACUSACIÓN
El régimen dijo, en relación a las masivas detenciones que desencadenó desde mediados de marzo, que las fuerzas de seguridad del Estado habían sido informados que se estaba planeando una operación de „golpe de Estado“, dirigido por la hasta ahora no legalizada Fuerza Demócrata Republicana (FDR) en colaboración de la Convergencia para la Democracia Social (CPDS). Palabras del presidente durante la apertura de la sesión parlamentaria de marzo último. En Guinea nadie se extraña y muy pocos creen de estos constantes y habituales anuncios de golpes de Estado, si bien se traducen, en varias ocasiones, como un intento de acabar políticamente o físicamente con algunas personalidades de la oposición, según los observadores.
No obstante, el anuncio empezó a cobrar envergadura a partir de ciertos rumores, como las supuestas negociaciones con un armero para la compra de armas y el reclutamiento de militares y ex militares. Pero, la naturaleza de las detenciones y las investigaciones policiales restaron todo tipo de credibilidad al anuncio hecho por el gobierno, tras constatar que se estaba deteniendo masivamente a familiares de Ondó Obiang, cuyo número asciende a 49, según observaciones periodísticas, pero podrían ser más de esto. Las citaciones del Secretario General de la CPDS en el departamento de la Seguridad Nacional desenmascararon todo el artificio que se estaba churrascando.
Alrededor de la mitad de los procesados son del poblado de Felipe Ondó Obiang o son sus familiares y gente vinculada con su formación política. Así se demostró en el tercer día de este juicio, el sábado. Durante su interrogatorio, el mismo Felipe ha dicho que „si soy inocente, automáticamente la inocencia pasa a ellos“. Los hay que están acusados por haberle saludado en la calle, visitado o por haberle dado algo en el marco de la tradicional hospitalidad entre las familias guineanas, tal es el caso de su primo Damaso Obiang Ndong, doctor en ciencias políticas y antiguo embajador de Guinea Ecuatorial en los Estados Unidos y ante la ONU. „Porque ya soy político, no hay que dar ni tampoco hay que recibir“, declaró el mismo Felipe, cuando expresaba al tribunal su extrañeza de que se haya detenido a tanta gente por su causa. „Incluso aquí hay gente que vi hace cuatro, cinco o diez años“.
DELITO O PERSECUCIÓN
En 1994, Felipe Ondó Obiang presentó al presidente guineano su dimisión como presidente del Parlamento. El 12 de octubre de 1995, dos de los cofundadores de FDR fueron detenidos y confinados a sus poblados natales, en el interior del país. Se trataba de Bonifacio Nguema Esono [ex vicepresidente de Macías, exiliado ahora en España] y Felipe Ondó Obiang. El régimen acusó que su presencia en Malabo planteaba un „inminente peligro contra la seguridad del Estado“. Sin embargo, aquello no supuso ninguna solución, sino el principio de lo que sería su calvario. Han declarado en reiteradas ocasiones que se organizó un complot contra su seguridad. Cruzando la inmensa selva, el 23 de octubre exiliaron a Gabón.
Durante el exilio, al que dos años después se sumaría Guillermo Nguema Elá, tras dimitir de su cargo de Secretario General del ministerio de Economía y Hacienda en el segundo semestre de 1997, lograron obtener el estatus de refugiados políticos reconocidos por el gobierno gabonés y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), lo cual les permitía desenvolverse libremente en el territorio gabonés.
De sus contactos personales, al margen de FDR, Felipe Ondó Obiang recibió en julio de 1997 una invitación del presidente del disuelto Partido del Progreso, Severo Motó Nsá, para que se encontraran en la capital económica de Camerún, Douala, tras su fracaso en un intento golpista que tramó desde Angola y que fue abortado por el Gobierno de Eduardo Dos Santos, que entonces negociaba el establecimiento de relaciones de cooperación militar con el Gobierno guineano del general Teodoro Obiang Nguema.
En Douala, según cuenta Ondó Obiang en el proceso judicial, acordó con Severo una estrategia político - militar que tuviera incidencia en el rumbo del proceso democrático de Guinea Ecuatorial. Decidieron emprender las primeras acciones de contacto, en tanto que Felipe era más próximo al país y como antiguo dignatario del régimen conocía a mucha gente. Severo le entregó 5000 francos francés (unos 500 mil francos CFA), para sufragar los gastos de viaje y elaborar distintivos pegatinas con señal de cruz [estos distintivos se presentan en el actual juicio como una de las pruebas testifícales de la supuesta tentativa de golpe de Estado que se le atribuye hoy].
De vuelta a Libreville, se trasladó a la ciudad gabonesa de Oyem, distante unos cuarenta kilómetros de la ciudad guineana de Mongomo. Allí se reunió con siete personas, entre ellas, cuatro ex militares del ejército, que también están procesados, excepto el ex sargento Venancio Mikó, el hombre que se hizo famoso en la década de los ochenta tras lograr escaparse de la cárcel pública Black Beach (junto a las costas punta Europa, zona presidencial) y se refugió en la Embajada de España, cuya mediación hizo que fuera condenara a cadena perpetua, en vez de pena capital, por su presunta participación en un „atentado de golpe de Estado“. Fue indultado tras algo más de cuatro años.
Uno de los ex militares que asistió en la reunión, el teniente Domingo Nfá, era confidente de la Seguridad guineana, quien inmediatamente puso al corriente de las autoridades sobre dicha reunión. Tras dos días, Felipe fue requerido por el gobernador de la ciudad de Oyem. Lo mismo se hizo con Guillermo Nguema Elá tras casi una semana. Las autoridades gabonesas les informaron que estaban celebrando reuniones políticas clandestinas en su territorio. Unos días más tarde, el 17 de septiembre de 1997, fueron extraditados [ como presos criminales, metidos dentro de los sacos], a través del avión presidencial, en lo que ellos han denunciado como una „operación de secuestro“. Serían recluidos en los sótanos del campamento de la guardia presidencial marroquí, junto a la residencia del presidente Obiang, donde permanecieron incomunicados cerca de una semana, han relatado en numerosas ocasiones.
Para su puesta en libertad, intervino la oposición guineana, la comunidad internacional, sobre todo, gracias a la mediación de la embajada norteamericana. El Gobierno hizo alarde de su buena voluntad y declaró que podían dedicarse libremente a las actividades políticas dentro del territorio nacional. Esto declaró el entonces Secretario de Estado para la Seguridad Nacional, el coronel Manuel Nguema Mba, considerado uno de los principales baluartes del régimen guineano.
LIBERTAD BAJO VIGILANCIA
La vuelta al país, aun a imperativo del poder político, no supo un alivio para estos dos políticos, los únicos dirigentes de FDR que quedan en el país, tras la persecución desatada contra ellos. Después de los hechos de Gabón, han declarado en varias ocasiones que „no pueden ir más al exilio, aunque aquello les cueste la vida“. Y más comprometidos aún, han dicho que no se cansarán en insistir cerca del Gobierno para la legalización de Fuerza Demócrata Republicana, con mayor implantación en el distrito de Mongomo, del que también es originario el presidente Obiang y gran parte de sus colaboradores.
Mientras estaban negociando la legalización de su partido en 1998, se dieron cuenta que estaban siendo controlados y vigilados por elementos de la seguridad presidencial. En un comunicado suscrito por ellos en septiembre de 1998, denunciaron que „eran objeto de vigilancia y control extremo y temían que se les involucrara en alguna acción que pudiera presentarse como tentativa de „Golpe de Estado“. El Gobierno lo interpretó como un delito. Fueron condenados en un proceso judicial irregular, a instancias del Fiscal General del Estado Antonio Nzambi [el que también les juzga y condenó a Severo Motó], por el delito de „acusaciones falsas y denuncias“, a una pena de dos años y seis meses de prisión, al pago cada uno de una multa de 200.000 francos CFA más una indemnización conjunta al Estado de 25 millones de francos CFA. Cumplieron la sentencia y fueron puestos en libertad en marzo de 2000.
FICHADOS CON TINTA ROJA
En el juicio que se sigue en Malabo contra Felipe Ondó Obiang y Guillermo Nguema, así como el Secretario General de la CPDS, Plácido Mikó Abogo, sorprende a propios y extraños que tenga correlación con la reunión de Douala con Severo Motó Nsá, en julio de 1997y la posterior de Oyem, en agosto del mismo año. La mayor parte de los que asistieron en ésta última, al que se conjetura que hablaron de planes de desestabilización, de una operación militar relámpago para ocupar las ciudades de Ebibeyin, Mongomo, Bata y Malabo, están siendo procesados en este juicio, a excepción uno. Desde el mismo Ondó Obiang hasta Nguema Elá, cinco son ya las personas que han sido interrogadas al respecto.
Los ex militares, capitán Carmelo Bikó y los tenientes Domingo Nfá y Benito Ntutumu Eyegue, de sus declaraciones no hay contradicción alguna. „No se habló de un plan concreto en la reunión de Oyem, ni de atacar a objetivos concretos. No se habló ni hubo acuerdo para venir a desestabilizar el país, y desde aquella reunión informal no se ha vuelto a tratar del tema“, aseguró el sábado el ex teniente Benito Ntutumu Eyegue. Su versión coincido con las de sus compañeros.
El Interrogatorio del ministerio público y del Fiscal General del Estado insiste mucho más en este tema, pero en opinión de los abogados defensores, la acusación sobre el caso actual no se correlaciona con los hechos del exilio, ni mucho menos puede hablarse de la reunión de Oyem porque fue una „simple tertulia“ entre amigos y conocidos. Además, la defensa considera que sus procesados ya fueron juzgados al respecto y por cuya razón fueron extraditados de Gabón.
El dirigente de FDR, al que se considera como cabecilla de la supuesta „intentona golpista“, manifestó reiteradas veces durante su interrogatorio que su „plan de trabajo“ con Severo Motó „quedó abortado cuando salió de Gabón“, y desde entonces no lo ha vuelto a comentar con nadie del mundo“.
ENTONCES, ¿DE QUÉ SE LES ACUSA?
Felipe Ondó Obiang no se extraña que se encuentre en esta situación. Tras su puesta en libertad ya predijo esto podría ocurrir en cualquier momento. „Sentirse libres como tal, hemos sido liberados- de la condena de dos años y medio- , estamos fuera, nos integramos a la vida social como cualquiera, sabemos que al fin y al cabo, el sistema, los mecanismos de la dictadura están montados (...). Libertad sentimos, pero estar en Guinea sabes que estás en la cárcel, te falta la libertad de un país o de un lugar que uno cree que está libre“.
Recuerda Felipe que tras su salida de la cárcel una persona al que ya no reconoce ni nombre ni figura, pero que mantiene que „los que vivan de aquí a veinte años le conocerán“, se aproximó a él en un día de estos y le dio un recado de algún dignatario del país: „me han dicho que te venga a decir que no te vayas más a Bata porque te meterías en serios problemas“. Pero lo pasó desapercibido, reveló durante el interrogatorio del ministerio fiscal.
El día siete de enero del presente año se trasladó a Bata para visitar a su familia, porque hacía más de dos años que no estuvieran juntos. Como si bromeando, explica al tribunal: „del viaje de Bata al golpe de Estado“. Durante su estancia, se reunió con simpatizantes del FDR, y les encomendó que se movilizaran para conseguir más afiliado a este proyecto político, porque al parecer, podrían obtener la preceptiva autorización gubernamental en cualquier momento, y la ley exige que el partido tenga representación en todas las jurisdicciones electorales.
Todo comenzó a principios del mes de febrero, cuando el dirigente de FDR se disponía en regresar a Malabo. En el aeropuerto encontró una orden „de la superioridad“[dicho habitual, de excesos de poder en Guinea] en el sentido de que no podía viajar a Malabo. Regresó a casa. Unos días después se puso en contacto con las autoridades de Bata para saber quién había dado la orden y el por qué. Tras tanto esperar de dichas autoridades, que le dijeron que iban a consultar con „la superioridad“ , el 20 de febrero el Gobernador Provincial de Litoral, Santiago Bibang Ntutumu [quien en la última sesión parlamentaria de 2001 manifestó que „en Guinea Ecuatorial nadie respeta la ley“, al ser interpelado sobre los excesos de autoridad que comete en Bata], en su escrito número 254 dirigido al Comisario de Fronteras del aeropuerto de Bata, decía textualmente: „Por este medio, le comunico que, de Orden de la Superioridad, pueden dejar a Don FELIPE ONDÓ OBIANG, viajar a Malabo“. Regresó a Malabo el 11 de marzo y tres días después era detenido por las fuerzas de seguridad.
En el tribunal, la fiscalía intenta valerse de la recomendación que Ondó Obiang hiciera a los simpatizante de su partido como si se tratara de reclutamiento de militares para llevar a cabo una intentona golpista, lo que ha sido desmentido por el responsable de FDR en Bata, Donato Ondó Ondó, de quien se valieron durante las investigaciones criminales para coaccionarle a declarar a favor de un golpe de Estado. „Me obligaron a decir cosas en contra divina“. Muestra a la sala el estado físico en que se encuentra tras las torturas, manos torcidas y las muñecas dislocadas, pide socorro y está convencido de que si ahora le matan por hablar la verdad se hará justicia y todos los sabrán. „Tenía los ojos vendados, el cuerpo atado y colgado boca abajo, hablaba sandeces solamente para aliviarme de esta situación“. ¿Y por qué las ratificó ante el juzgado de instrucción de Bata?, le pregunta el fiscal. „El juzgado de instrucción también está manipulado por la policía“. „Me lo pregunta porque aún no se ha encontrado usted en esta situación“, responde al fiscal.
Al menos, hasta ahora, uno de los aspectos que han quedado muy claro es que durante su estancia en Bata, Ondó Obiang no mencionó en ningún momento, en sus contactos, temas relacionados con un supuesto „atentado contra el presidente, forma de gobierno, conspiración e inducción a la violencia“. Pero la fiscalía, lejos de dilucidar sobre el viaje de Bata, trata de correlacionar la movilización política de FDR para su autorización con las conversaciones que Ondó Obiang mantuvo con Severo en Douala y con sus compañeros en Oyem.
Así se torna el juicio sumarísimo que se desarrolla en el cine Marfil de Malabo, donde aun los más miopes en materia de derecho, empiezan a escandalizarse ante un acto al que consideran como una de las grandes vergüenzas del siglo. Sin embargo, la vida de las personas está en juego. Cerca de la mitad se encuentran en estado crítico como consecuencia de las torturas. Sólo queda por ver si la decisión del tribunal se alejará de las concepciones político-ideológicas.
Pero en una África largamente oprimida, los juicios contra políticos y máxime si los delitos están relacionados con la vida del jefe del Estado o su forma de Gobierno, han absuelto a los opositores, aun cuando su inocencia fuera reclamada por el Dios Todopoderoso, cuánto más de una comunidad internacional que ha reemplazado la democracia y el respeto de los derechos humanos por razones de influencia económica.
Fuente: La Diáspora