Cuando los guineanos y las guineanas examinamos una hipotética Guinea
sin Obiang y su familia, siempre resaltamos la miseria material del país
que vamos a heredar. No hay nada. Todo empieza bajo cerro.
Pero yo
sostengo que, bien mirado, lo grave no es la penuria, las necesidades
materiales. Contando con nuestros esquilmados recursos y nuestro capital
humano, el triunfo sobre nuestro atávico y secular subdesarrollo sólo
necesita de un breve espacio de tiempo de trabajo intensivo.
A mí la herencia de Obiang que más me preocupa, y, en la medida de mis
posibilidades, me ocupa es la miseria espiritual. La mentalidad.
Fíjense que venimos arrastrando desde los albores del poder de los
Ngema, desde aquel grito de guerra de Macías: " el embajador no es
nadie", venimos arrastrando digo, la idea de que, en la Guinea de los
Ngema, " nadie es nada".
Esta misma filosofía es la que le ha
llevado a la sociedad guineana a creer que la persona vale según lo que
tiene en el bolsillo, no lo que tiene en la cabeza.
Como
consecuencia de todo esto, se le puede y se le hace ministro a un
analfabeto integral o funcional, total, el ministro " no es nadie".
Esta situación se ha exacerbado con la institucionalización del pillaje.
Se les ha dicho a nuestros jóvenes que lo importante es tener dinero, y
si puede ser de la manera más fácil, mejor. Estudiar, no merece la
pena: el médico, no es nadie, el abogado, no es nadie, el ingeniero, no
es nadie, el albañil, no es nadie...
Claro, en una sociedad así, una
sociedad en la que se condecora la estupidez, los ladrones se
convierten en modelos, en el ejemplo a seguir.
Ésta es la sociedad
que Obiang nos va a dejar en herencia. Una sociedad en la que es más
importante construir Oyala, una macrociudad en la que ningún guineano
podrá vivir por su bajo nivel de vida, que dotar a la ciudadanía de agua
corriente y luz eléctrica en sus domicilios.
Una sociedad en la que no funcionan las escuelas, porque la ignorancia del Pueblo es el mejor aliado del poder de los zoquetes.
Una sociedad en la no funcionan los hospitales, porque ya tenemos nuestros curanderos.
Una sociedad en la que no se respeta a las personas mayores, porque ya
son un estorbo, y no, como es nuestro caso, nuestras hemerotecas.
Una sociedad en la que no se siembra el futuro en nuestra infancia, porque nuestro Pueblo no tiene futuro.
No hay que olvidar que Guinea Ecuatorial nació el día tres de agosto de
mil novecientos setenta y nueve, siglo pasado, y morirá el día que su
Fundador estire la pata.
Fuente: Francisco Ela Abeme