Por: Dr. Samuel Mbá Mombé, Médico

La muerte es un fenómeno natural que nos llegará a todos. Como decía un tío mío, la eternidad no existe o nada ni nadie es eterno. El dolor que nos causa la perdida de un ser querido suele ser a veces inconsolable pero con el pasar del tiempo nos vamos acostumbrando con su ausencia entre nosotros. La muerte si es natural, es decir que sobreviene por enfermedad puede ser aceptada de alguna forma pero es inconcebible una muerte violenta como la que acaba de producirse en Guinea con el macabro asesinato del que en vida se llamaba Pedro Ondo Oyono Ayingono conocido popularmente como Perico. Faltan palabras para expresar el grado de indignación y consternación que causa este tipo de atropellos que no tienen justificación alguna ni política ni moral. Lo que se ha cometido una vez más en Guinea con la muerte de Perico es un crimen por el que tarde o temprano pagarán sus ejecutores e instigadores. Debe quedar claro que ningún crimen cometido en Guinea será olvidado y que sus autores serán llevados a los tribunales para responder de sus actos. Los que actúan hoy con total impunidad deben saber que a cada cerdo le llega su San Martín. Nadie ni nada está ni será olvidado.

Fue en la década de los 70 que conocí a Perico, un chaval lleno de energía, robusto, trabajador, divertido. La última vez que le vi fue en 2002 en Madrid en casa de su hermano Daniel Mba Oyono Ayingono. Físicamente estaba cambiado. Cada vez nos recordábamos de aquellos años que vivimos en Ebebiyín que fueron preciosos y estupendos. Le gustaba mucho el fútbol razón por la que llegó a fundar el equipo Madjesqui que él mismo financiaba y del que también fue capitán.

Me duele la muerte de Perico porque lo conocí. Me duele la muerte de Perico porque ha sido un crimen más de la dictadura contra la que lucho. Me duele la muerte de inocentes guineanos en manos de los sicarios asesinos del dictador Obiang.

Descanse en paz, Perico.
No te olvidaremos.



Fuente: LD

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