CATEQUESIS DOMINICAL
11º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

EL REINO DE DIOS YA ESTÁ PRESENTE ENTRE NOSOTROS

IDEAS PRINCIPALES
Una palabra-clave unifica las tres lecturas del presente domingo: “PUEBLO SACERDOTAL”. Dios se escogió a un pueblo y lo constituyó como tal en el Monte Sinaí (1ª lect. Éx. 19, 2-6) Cristo eligió a los “Doce” constituyéndolos fundamento del nuevo pueblo de Dios y los envió a proclamar del Reino de Dios (Ev. Mt. 9, 36,8) Pablo habla de la absoluta gratuidad de la salvación: Somos salvados por la muerte de Cristo (2ª lect. 5,6-11)

1. Jesús dice en el Evangelio que el Reino de los Cielos está cerca. Entonces estaba cerca. Ya está presente entre nosotros. Él bajó a la tierra para salvar al ser humano. El proyecto de salvación pasó por la instauración de un Reino, de una institución de salvación, que es la Iglesia. Trae un proyecto nuevo. Para llevar a cabo ese proyecto a la práctica, necesita gente. Y la va a buscar, no lejos, sino en el mismo entorno en que vive. Uno tras uno los va llamando. El último invitado a seguirle fue el mismo Mateo, como vimos el domingo pasado. Hoy nos presenta Mateo la lista definitiva de los íntimos: los doce apóstoles, con Pedro a la cabeza y Judas, el traidor, a la cola. A estos doce les plantea el problema de la abundancia de mies, la escasez de trabajadores y la necesidad de anunciar la cercanía del Reino de Dios. Les da unos poderes especiales y los envía a predicar que el Reino de Dios está cerca.
Vamos a ver las tres lecturas. La vocación al apostolado no es una llamada telefónica que Dios nos hace. Sería demasiado fácil y cómoda. O tal vez, algunos, presuponiendo que Dios llama a través de esa vía, apagarían su teléfono o se situarían en una zona fuera de cobertura para desviar dicha llamada. La vocación es algo esencialmente social. Dios llama cuando da ojos para ver las mieses granadas que se pierden por falta de brazos. Como el evangelio de hoy: “La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos”.
2. “Un reino de sacerdotes y una nación santa”. El pueblo elegido desde siempre como primer depositario del Reino, fue descendiente de Abrahán: Israel. Había una promesa empeñada en ello. Este pueblo tomó conciencia de pueblo en Egipto, en condiciones adversas de la esclavitud, esto es, cuando esta padeciendo en su propia carne el abuso del poder perpetrado por la dinastía faraónica. Fue dura experiencia de cuatrocientos años. En el desierto va a tener también otra dura experiencia de cuarenta años en la que adquirirá el sentido religioso de su vida. En la soledad y la intemperie del desierto descubren la mano poderosa de Yahvé. Las experiencias de Egipto y del desierto se complementan en este sentido: sin esclavitud de Egipto, el pueblo tal vez no habría adquirido nunca su conciencia de pueblo. Ellos se unieron frente la experiencia del sufrimiento y la opresión que estaban aguatando a duras penas. Sin el caminar cuarenta años por el desierto, nunca habría encontrado una experiencia religiosa que le marcara para los restos. ¿Era necesario que este pueblo sufriera tanto para llegar al conocimiento de Dios? No. Simplemente hay que decir, que cuando sufre un ser humano es cuando más se acuerda de Dios y busca desprenderse del yugo de la opresión. La lectura de hoy nos cuenta uno de los muchos encuentros que tuvo el pueblo de Israel en el desierto. Tres planos que se van a repetir en la segunda lectura.
- Pasado: “Ya habéis visto lo que he hecho…” (la gran liberación)
- Presente: “Ahora, si escucháis mi voz…” (cumpliendo la alianza)
- Futuro: “Seréis mi propiedad entre todos los pueblos…” (futuro reino)
3. La carta a los Romanos. También en este trozo se repiten los tres planos temporales:
- Pasado: “Cuando estábamos en el pecado…” es decir, antes de la venida de Cristo.
- Presente: “Justificados ahora por la sangre…” Ha llegado la plenitud de los tiempos y ya hay algo más que palabras. La carta dice: “La prueba de que Dios nos ama, es que Cristo murió por nosotros”.
- Futuro: “Seremos salvados por su vida…”. San Pablo ya estaba en el Reino. Por eso termina este trocito diciendo: “Nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación”. El ahora comienza en Jesús. En la cruz muere todo lo viejo nuestro y del sepulcro vacío surgen tiempos nuevos. A los cincuenta días, el Espíritu Santo viene (Pentecostés) y se convierte en el alma vivificadora de la Iglesia: el Reino de Dios ya está entre nosotros, por lo tanto, ya tenemos que abandonar el pecado que es el mal que hacemos y que atormenta a los demás. El Reino de Dios es incompatible con ciertas actitudes, comportamientos y acciones que hemos convertido en nosotros en norma de vida.
4. Las características del Reino de Dios. El evangelio de Mateo agrupa las palabras y los hechos del Señor en cinco grandes sermones. El primero es el sermón de la montaña, llamado también, el evangelio de las bienaventuranzas (capítulos 5-7) Éste es el segundo: el sermón misionero o apostólico (capítulo 10) Después vendrán los otros, que también son muy interesantes. Todo con intención de enseñar el Reino que estaban implantando en la tierra, es decir, en las sociedades concretas de nuestro mundo.
¿Cómo iba a ser este Reino? Veamos brevemente algunas notas de este Reino, partiendo del evangelio de hoy.
- EL REINO ES NECESARIO: Jesús, observando la realidad desastrosa de su pueblo, se compadece de las personas víctimas de esa situación, porque las encuentra “extenuadas y abandonadas, como ovejas sin pastor”. Estas palabras de Jesús encierran, en primer lugar, un reproche contra los dirigentes de Israel y recuerdan la imagen de Dios como pastor de su pueblo (Ez 34; Sal 23) Necesitan a alguien que esté al frente y les dé una orientación en sus vidas. Como los líderes religiosos y políticos del judaísmo han desatendidos las labores de pastoreo que les encomendó Yahvé, Jesús asume esta tarea. Él es el Buen Pastor que, revistiéndose de las entrañas de misericordia y compasión de Dios, se coloca a la cabeza del pueblo y lo guía sacarlo de su postración y opresión. Es aquí donde se enraíza la tarea misionera de los enviados; esto es, predicar el Reino de Dios como buena noticia para todos los hombres y mujeres, especialmente para los que están perdidos en el espíritu y en el cuerpo. Ésta es la tarea de la Iglesia preferentemente.
- EL REINO ES ESCATOLÓGICO: En la literatura judía “la mies” es escatología. Mira a establecer ya aquí el Reino de los Cielos. Los trabajadores se encargarán de advertir al pueblo el tiempo del pecado y la maldad ha terminado y que se tienen que convertir, mientras están a tiempo. No es cuestión de dejarlo para mañana, hay que entrar ya en el Reino. No se sabe lo que va a suceder mañana. Mañana se puede estar tan muerto como el hombre rico que almacenó tantos bienes para morirse de repelente una noche o como aquel otro que no se enteró de que el pobre Lázaro estaba tendido a su puerta cubierto de llagas. Jesús nos quiere decir que “EL HOY ES EL DÍA DE LA SALVACIÓN”.
- EL REINO COMENZÓ EN ISRAEL PERO SE EXTENDIÓ A TODO EL MUNDO: Israel fue el primer destinatario. Jesús pone ese límite en la primera misión. “No vayáis a tierra de paganos…” Después de la Pascua, Jesús revela a sus discípulos que la misión es universal: “Id por el mundo entero y predicad la buena noticia a toda la creación…”. El primer horizonte, que comenzó siendo el pueblo elegido, acaba siendo universal. De modo que la predicación del Reino de los Cielos se puede hacer en cualquier parte del mundo; todos necesitan de la presencia de Dios en medio de su pueblo. El Reino es patrimonio de unos cuantos, sino de todos hombres y mujeres de nuestro ancho mucho mundo.
- EL SIGNO ACOMPAÑARÁ SIEMPRE A LA PALABRA. El signo tiene como función atestiguar que el Reino es una realidad. El contenido del signo será siempre remover los obstáculos que impiden al hombre llevar una existencia humana digna. Cada época y sociedad debe decidir sus propios signos en consonancia con los obstáculos que debe remover. En tiempos de Jesús eran curar enfermos, resucitar muertos o limpiar leprosos. Todos ellos signos de liberación del mal. Hoy deben ser otros de acuerdo a los males que asolan nuestro mundo y nuestras sociedades, como impedir muertes, liberar de esclavitudes y servidumbres, luchar contra la ignorancia, llevar la justicia a todos los rincones, luchar contra el hambre y de la explotación del hombre por el hombre, etc.
- LA PREDICACIÓN ES GRATIS: “Gratis habéis recibido, dad gratis”. La iniciativa partió de Dios. “Os he traído a mí…”. “Llamó a los doce…”. Dios llama y el hombre responde si quiere responder. Cuenta con nosotros para extender su Reino.
LO QUE HAY QUE RECORDAR PARA TODA LA SEMANA:
- Todos tenemos que proclamar con la Palabra y con signos que el Reino de Dios ya está presente entre nosotros.
- La Misa del domingo es el momento más importante en la vida del pueblo e Dios. Todos estamos allí, ancianos, jóvenes y niños. Es la experiencia de que el Reino de Dios ya está presente entre nosotros. Por eso a la Misa no se debe ir porque es una obligación o mero cumplimiento o para que vean que voy a ella, sino porque allí nos vamos a encontrar con Dios en comunidad, y que ese encuentro me impulsa a buscar el bien para extender el Reino de Dios. Amén.









Fuente: Jesús Rafael

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