CATEQUESIS DOMINICAL
FESTIVIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO, COLUMNAS DE LA IGLESIA APOSTÓLICA

“TÚ ERES PEDRO Y SOBRE ESTA PIEDRA EDIFICARÉ MI IGLESIA” (Mt 16, 18)
IDEAS PRINCIPALES
La Iglesia conmemora hoy a los grandes dos apóstoles: Pedro y Pablo. Pedro confiesa que Jesús es el Mesías y recibe el poder de las llaves (Ev. Mt. 16, 13-19) Dios vela por su Iglesia y libera milagrosamente a Pedro de la cárcel (1 Lect. Hch. 12, 1-11) Pablo examina su conciencia y espera recibir la corona de gloria porque ha combatido bien el combate y ha mantenido y propagado la fe (2 Lect. Tim. 4, 6-8.17-18)

1. Hermanas y hermanos en Cristo:
Este Domingo es el 13º del Tiempo Ordinario, Ciclo A, y en él cae este año litúrgico, la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo. La Iglesia desde tiempos antiguos los venera bajo una sola Solemnidad, a pesar de ser muy distintos el uno al otro, y de haber llevado a cabo cada uno su misión apostólica. No obstante, los dos se complementan y aparecen con su martirio, bajo una sola corona de premio e inmortalidad y como ejemplo siempre vivo de los cristianos en todos los tiempos, culturas y latitudes.
Además, el Papa Benedicto XVI al decretar éste el “Año Jubilar Paulino”, recordamos y celebramos con espíritu de fe discipular, misionera y apostólica, los dos mil años del nacimiento de San Pablo como Apóstol y Mártir enviado por Cristo a predicar el evangelio a los pueblos paganos o gentiles.

2. SAN PEDRO Y SAN PABLO SON COLUMNAS FUNDAMENTALES E LA IGLESIA DE CRISTO.
Pedro y Pablo son las dos grandes columnas de la Iglesia. Pedro ata y desata; Pablo anuncia el evangelio a la gentilidad.
 Pedro, el pescador del lago de Galilea, elegido por Cristo el primero entre los doce para ser servidor de todos y confirmar en la fe a su hermanos; apellidado por Cristo “Pedro” para ser la piedra visible, fundamento de la unidad de la Iglesia, designado por Cristo pastor para apacentar todo el rebaño de Dios. Desarrolló su actividad apostólica en Jerusalén, en Antioquia e Siria y definitivamente en Roma, como primer obispo de aquella comunidad incipiente. En Roma fue crucificado el año setenta y cuatro, durante la persecución del emperador Nerón. Dio así testimonio de Jesucristo con su palabra y con su sangre. Fue sepultado en la colina Vaticana.
 Y Pablo, de Tarso, celoso observante de la ley de mosaica (de Moisés), perseguidor infatigable y sistemático de la Iglesia de Dios.
Hacia el 35 d.C. la existencia de Pablo da un vuelco total. Tiene un misterioso encuentro con Jesucristo en el camino de Damasco (Cfr. Hch. 9, 1-19), y el que hasta ahora había sido un fanático del Judaísmos y encarnecido y despiadado perseguidor de los cristianos se convierte en ardiente evangelizador. Pablo quedó absolutamente enamorado de Cristo y dedicó toda su capacidad (intelectual) entusiasmo a profundizar en la Buena Nueva y proclamarla con todos los recursos a su alcance. De ahí su abundante literatura religiosa hallada en el Nuevo Testamento. Viajero infatigable, recorrió una y otra vez extensas regiones de Asia Menor y Europa Oriental, fundando numerosas comunidades cristianas. Por eso, le llamamos hoy ¡el Apóstol de todas las gentes! Consumó su pasión en Cristo, decapitado a las afueras de Roma el año sesenta y siete.

3. ¿QUÉ NOS DICEN HOY A LOS CRISTIANOS ESTOS INSIGNES APÓSTOLES Y MÁRTIRES DE CRISTO?
En primer lugar, hay que decir que ellos han transmitido y testimoniaron su fe con su vida y con su martirio. En esto nos dan un ejemplo de entrega gratuita al servicio del Evangelio. Ellos, siguiendo los caminos del mismo Cristo, murieron derramando sangre en búsqueda de la liberación y salvación del género humano. Ellos murieron por amor a Cristo. Son muy pocos los que se dejarían morir hoy por Cristo y por los demás. Quizá reivindicamos desde la esquina y detrás de la máscara para que sean los demás los que lo hagan. ¿Dónde está nuestra valentía como la tuvieron Pedro y Pablo? La fe es una cuestión personal, pero no encerrada en sí misma, sino al servicio de la comunidad humana. Cada uno tiene que dar su testimonio en primera persona ante Dios y ante los hombres, tiene que manifestar su fe antes de cuestionar la del otro o de exigir el testimonio del otro.
Leyendo atentamente el texto evangélico de este Domingo, no es de extrañar que Jesús hiciera un sondeo entre sus discípulos sobre qué decía la gente del Hijo del Hombre. Todos respondieron diciendo lo que dicen los otros, sólo Pedro dijo lo que pensaba y sentía. Es actitud muy común y normal en nosotros hablar de Dios y de la Iglesia apoyados en lo que han dicho y dicen otros. ¡Eso no vale mucho!
Si Jesús viniera otra vez y repitiera hoy el sondeo, la respuesta sería variopinta y desconcertante, seguramente. Unos no sabrían responder por tener escaso o nulo conocimiento sobre Cristo, otros no quisieran responder porque su imagen ante la sociedad les exige guardar silencio para no complicarse la vida, a otros no les importaría responder porque eso de hablar de Dios, Jesús e Iglesia no les “mola”. No faltarían quienes, habiendo oído hablar de Jesús, no tienen ideas claras sobre él. Otros, darían una respuesta exacta o cercana a la vedad. Es hora de que nos preguntemos: ¿cuál es nuestra respuesta sobre Dios, Jesús e Iglesia? ¿Por qué se desconoce a Jesucristo hoy en muchas sociedades? ¿Por qué nos empeñamos en conocerle mal o por encima? ¿No hemos visto ni oído noticias sobre personas que han entregado sus vidas por él y por los demás? ¡PENSÉMOSLO!
- Hablar de Dios hoy es muy delicado. Unos quieren un dios a su medida, dios a la carta; el dios que se ajusta a sus ideas e intereses claramente personales. Otros en situación de la pobreza e indigencia culpan a Dios… de las injusticias y abusos perpetrados por los “hombres que no hacen caso a Dios”, etc. Ésta ha sido la gran tentación del hombre de todos los tiempos: UTILIZAR A DIOS PARA SUS FINES. Y muy bien Cristo dijo a Satanás: “No tentarás al Señor tu Dios”.
- Hablar de Dios hoy es peligroso; quien habla de Dios en nuestras sociedades actuales corre el riesgo de ser ridiculizado, marginado, insultado, vilipendiado e incluso perseguido.
Pedro y Pablo dieron testimonio de Jesucristo y fueron martirizados. El mundo continúa martirizando y persiguiendo a aquellos que hablan de Dios, los crucifican o los marginan; quieren silenciar su mensaje, el mensaje divino para que sólo se escuche el de ellos. Así, sin olvidar las “clásicas persecuciones” que sufrieron los cristianos en la Roma imperial, podemos citar muchas más recientes ocurridas en diferentes lugares de nuestro mundo donde regímenes totalitarios han torturado, encarcelado y diezmado a hombres y mujeres de Iglesia sólo por el mero hecho de serlos o porque defendieron su fe, la libertad, verdad y los Derechos Humanos.
Queridos hermanos y hermanas, el que habla de Dios es porque habla a Dios, ora a Dios, reza a Dios. Hablar de Dios implica dar testimonio de la fe ante un mundo indiferente o increyente; hablar de Dios supone levantar los ánimos caídos de tantos hombres y mujeres que se encuentran en las chabolas de los poblados y suburbios de las grandes ciudades; hablar de Dios nos exige respetar a todos incluso al que no conoce que existe el verbo “respetar”; hablar de Dios nos debe llevar perder miedo al que quiere que la religión se quede sólo en el ámbito privado de la vida; hablar de Dios es amar a todos por encima de todas las diferencias raciales, ideológicas, religiosas, étnicas, regionales… La vida del cristiano y del católico es vida martirial, pero a la vez gozosa y pascual como la de los apóstoles.

4. LO QUE HAY QUE RECORDAD TODA ESTA SEMANA
- La Misa de este Domingo es para renovar el sentido de nuestra fe en la Iglesia que Cristo ha querido y que no está sujeta al capricho e invenciones de los hombres, como ha venido aconteciendo a lo largo de nuestra historia, con diversos credos y comunidades que se han apartado del sentido católico eclesial querido por el mismo Cristo.
- En la Misa de hoy también se nos llama a aprender la lección de la universalidad y pluralismo que nos dan Pedro y Pablo, siendo diferentes y teniendo una historia distinta, con sus defectos y fallos como todo hombre mortal. Fijémonos que ambos amaron a Cristo y dóciles al Espíritu Santo cumplieron la voluntad del Padre eterno, asegurando y confortando la fe, la esperanza y el amor de todos los que creemos en Cristo como el único Salvador y Mediador entre Dios los hombres. AMEN.






Fuente: Jesús Rafael Edu Eyama Achama

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